Se agrietan los muros de la Iglesia Anglicana tras permitir a las sacerdotisas acceder a su cúspide.
La esperada y polémica decisión de autorizar la ordenación de mujeres obispo corre el riesgo de provocar el abandono de la confesión de más de 1.300 clérigos que se oponen a la igualdad de sexos dentro de la jerarquía eclesiática. Los llamados tradicionalistas han encajado mal la votación del Sínodo General, que se celebró el lunes en York, en el norte de Inglaterra.
Algunos pedían como mal menor que hubiera parroquias que no estuvieran bajo la jurisdicción de las mujeres, pero el sínodo fue inflexible: “pedimos que se escucharan nuestras preocupaciones y nuestras convicciones teológicas -explicaba el pastor David Houlding-. Pedimos un espacio dentro de la iglesia… pero no pueden hacerlo. Nos hemos atascado”.
Basándose en la Biblia, los tradicionalistas recuerdan que Jesús eligió a hombres para construir su Iglesia. El Arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, replica que ya es hora de adaptarse a los nuevos tiempos: “Estoy profundamente insatisfecho con cualquier esquema o solución que sea estructuralmente humillante para las mujeres que quieran ser nominadas al episcopado”.
El Vaticano no ha tardado en “lamentar” el paso dado por la Iglesia Anglicana, que tiene 77 millones de fieles en todo el mundo. Según reza un comunicado de la Santa Sede, esta medida aleja a los anglicanos de la reconciliación con los católicos. La Iglesia ortodoxa tampoco está satisfecha. El Patriarcado de Moscú ha expresado su “preocupación por la deriva liberal” de los anglicanos.