El Santo Padre ha convocado a vivir un Año Santa en el que todos podemos obtener el perdón de los pecados y vivir y obtener la indulgencia plenaria. Pues bien, el Papa ha pensado especialmente en los enfermos, los ancianos y los presos, facilitándoles la posibilidad de obtener la indulgencia plenaria. Además, pensando en las mujeres que han abortado, el Santo Padre concede facultades a todos los sacerdotes católicos para que absuelvan el pecado de aborto, que es un pecado reservado al obispo. He aquí un breve artículo para entender el porqué de estas decisiones del Santo Padre.

Jorge Luis Zarazúa Campa

La Iglesia, nacida del designio del Padre, que es rico en misericordia, y fundada por Cristo, que es el Rostro de la misericordia, está llamada a ser testigo de la misericordia. Por eso el Papa Francisco, para que esto sea más evidente, ha decidido convocar un Año Santo de la Misericordia, que iniciará el 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción y 50 Aniversario de la Clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II, y concluirá el 20 de noviembre de 2016, domingo de Nuestro Señor Jesucristo Rey del universo y rostro vivo de la misericordia del Padre.

He aquí unas palabras del Santo Padre, que ilustran el propósito de este Jubileo:

«Estoy convencido de que toda la Iglesia, que tiene una gran necesidad de recibir misericordia, porque somos pecadores, podrá encontrar en este Jubileo la alegría para redescubrir y hacer fecunda la misericordia de Dios, con la cual todos estamos llamados a dar consuelo a cada hombre y a cada mujer de nuestro tiempo. No olvidemos que Dios perdona todo, y Dios perdona siempre. No nos cansemos de pedir perdón» (Viernes 13 de marzo de 2015).

Pues bien, con la Bula «Misericordiae Vultus», del sábado 11 de abril de 2015, el Papa Francisco ha convocado solemnemente este Jubileo de la Misericordia, que tendrá lugar no sólo en Roma, sino en todas las diócesis del mundo. La Puerta Santa (llamada también Puerta de la Misericordia), será abierta por el Papa en la Basílica de San Pedro el 8 de diciembre y el domingo siguiente (13 de diciembre) será abierta en todas las iglesias del mundo, especialmente en la Catedral y en las iglesias designadas oportunamente por el obispo diocesano.




En la Bula, el Santo Padre ha hecho un llamamiento especial a quienes participan en la violencia organizada y son promotores o cómplices de la corrupción, invitándolos seriamente a la conversión:

«¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Delante a tantos crímenes cometidos, escuchad el llanto de todas las personas depredadas por vosotros de la vida, de la familia, de los afectos y de la dignidad. Seguir como estáis es sólo fuente de arrogancia, de ilusión y de tristeza. La verdadera vida es algo bien distinto de lo que ahora pensáis. El Papa os tiende la mano. Está dispuesto a escucharos. Basta solamente que acojáis la llamada a la conversión y os sometáis a la justicia mientras la Iglesia os ofrece misericordia» («Misericordiae Vultus», 19).

 Este 2 de septiembre de 2015, en carta dirigida a Monseñor Rino Fisichella, Presidente del Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización, dicasterio romano encargado de la organización del Jubileo de la Misericordia, el Papa Francisco señala que es su deseo el que la celebración del Año Santo «sea un auténtico momento de encuentro con la misericordia de Dios para todos los creyentes. Es mi deseo, en efecto, que el Jubileo sea experiencia viva de la cercanía del Padre, como si se quisiese tocar con la mano su ternura, para que se fortalezca la fe de cada creyente y, así, el testimonio sea cada vez más eficaz».

Por eso, para cumplir este santo propósito, el Papa ha señalado que, para vivir y obtener la indulgencia, también se abra la Puerta Santa en los santuarios y en las iglesias que tradicionalmente se identifican como Jubilares, para facilitar así a todos los fieles la peregrinación hacia la Puerta de la Misericordia.

El Santo Padre también nos ha recordado las condiciones para vivir y obtener la indulgencia jubilar:

 «Es importante que este momento esté unido, ante todo, al Sacramento de la Reconciliación y a la celebración de la santa Eucaristía con un reflexión sobre la misericordia. Será necesario acompañar estas celebraciones con la profesión de fe y con la oración por mí y por las intenciones que llevo en el corazón para el bien de la Iglesia y de todo el mundo».

Por otra parte, el Papa ha pensado en todos aquellos que, por diversos motivos se verán imposibilitados de llegar a la Puerta Santa por alguna situación particular:

a)     Los enfermos y las personas ancianas y solas, que a menudo no están en condiciones de no poder salir de casa. Ellos podrán vivir y obtener la indulgencia jubilar recibiendo la comunión o participando en la santa misa y en la oración comunitaria, también a través de los diversos medios de comunicación.




b)     Los presos. Estas personas, que experimentan la limitación de su libertad, en las capillas de las cárceles podrán ganar la indulgencia, y cada vez que atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre, pueda este gesto ser para ellos el paso de la Puerta Santa, porque la misericordia de Dios, capaz de convertir los corazones, es también capaz de convertir las rejas en experiencia de libertad.

Por si esto fuera poco, el Papa Francisco ha establecido que cada vez que un fiel viva personalmente una o más de las obras de misericordia corporales y espirituales, obtendrá ciertamente la indulgencia jubilar.

Igualmente nos recuerda que se puede ganar también la indulgencia jubilar para los difuntos, recordándolos en la celebración eucarística y, confiando en el gran misterio de la comunión de los santos, rezando por ellos para que el rostro misericordioso del Padre los libere de todo residuo de culpa y pueda abrazarlos en la bienaventuranza que no tiene fin.

El Papa Francisco ha pensado de forma especial en todas las mujeres que han recurrido al aborto.

He aquí las hermosas palabras del Santo Padre, el Papa Francisco:

«El perdón de Dios no se puede negar a todo el que se haya arrepentido, sobre todo cuando con corazón sincero se acerca al Sacramento de la Confesión para obtener la reconciliación con el Padre. También por este motivo he decidido conceder  a todos los sacerdotes para el Año jubilar, no obstante cualquier cuestión contraria, la facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de corazón piden por ello perdón. Los sacerdotes se deben preparar para esta gran tarea sabiendo conjugar palabras de genuina acogida con una reflexión que ayude a comprender el pecado cometido, e indicar un itinerario de conversión verdadera para llegar a acoger el auténtico y generoso perdón del Padre que todo lo renueva con su presencia».

 

Pues bien, esto último ha sorprendido a muchas personas que ignoran que hay pecados reservados, como el caso del aborto, cuya absolución está reservada al obispo, que puede hacerlo personalmente o a través del vicario general y el canónigo penitenciario, y pecados reservados a la Sede Apostólica, que los absuelve a través de la Penitenciaría Apostólica.




Los pecados reservados son los pecados que generan excomunión, como la herejía y el aborto directamente provocado que llega a realizarse. Además de ser pecados, son delitos en el ámbito eclesiástico y generan una censura, en este caso la excomunión. En el tiempo de Cuaresma muchos obispos diocesanos dan las facultades a todos los sacerdotes de su jurisdicción para que puedan absolver los pecados reservados y levantar la excomunión correspondiente. Es el caso de la Arquidiócesis de México. Ahora el Santo Padre lo ha extendido a todos los sacerdotes católicos del mundo durante el Jubileo de la Misericordia, del 8 de diciembre de 2015 al 16 de noviembre de 2016.

Esperamos que este tiempo de gracia podamos aprovecharlo adecuadamente para vivir y obtener la indulgencia jubilar.

Concluimos esta colaboración, rezando juntos la Oración preparada especialmente por el Papa Francisco para orar por el Jubileo de la Misericordia:

Señor Jesucristo,

tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo,

y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él.

Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.

Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero;

a la adúltera y a la Magdalena del buscar la felicidad solamente en una creatura;

hizo llorar a Pedro luego de la traición,

y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.

Haz que cada uno de nosotros escuche como propia

la palabra que dijiste a la samaritana:

¡Si conocieras el don de Dios!

Tú eres el rostro visible del Padre invisible,

del Dios que manifiesta su omnipotencia

sobre todo con el perdón y la misericordia:

haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti,

su Señor, resucitado y glorioso.

Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad

para que sientan sincera compasión

por los que se encuentran en la ignorancia o en el error:

haz que quien se acerque a uno de ellos

se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.

Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción

para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor

y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo,

llevar la Buena Nueva a los pobres

proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos

y restituir la vista a los ciegos.

Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia,

a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo

por los siglos de los siglos.

Amén.