1. Contexto teológico general

El cardenal Joseph Ratzinger, luego Benedicto XVI, ha sido uno de los teólogos contemporáneos que más profundamente reflexionó sobre el papel de María en la historia de la salvación. Su pensamiento se inscribe plenamente en la tradición de la Iglesia y en la línea del Concilio Vaticano II, especialmente en Lumen Gentium 60-62, donde se expone la cooperación de María en la obra redentora de Cristo sin que ello oscurezca la unicidad del Mediador.

El cardenal Ratzinger veía en María no una figura paralela o rival de Cristo, sino la manifestación más pura de la acogida de la gracia. Desde esta clave, se entiende su reserva respecto al título de “Corredentora”, no por negar la cooperación mariana, sino para preservar el centro cristológico de la fe y evitar equívocos en el lenguaje teológico y devocional.

  1. Cardenal Joseph Ratzinger: La cooperación mariana en la Redención

Como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Ratzinger explicó en varias ocasiones que el término corredentora es ambiguo y teológicamente poco preciso. En una entrevista recogida en Dios y el mundo (2000), señaló:

“El término corredentora aleja más que acerca, porque no se trata de poner a María en un plano de igualdad con Cristo, sino de mostrar que ella, en la fe, se entregó plenamente a la voluntad de Dios, colaborando con la Redención que sólo Cristo realiza.”

Esta afirmación no niega la cooperación mariana, sino que la purifica semánticamente: María coopera en la Redención, pero no “co-redime” en el sentido de realizar la obra salvadora, que es exclusiva de Cristo. Su papel es de mediación subordinada, maternal y participativa.

Joseph Ratzinger veía en María el “sí perfecto” que permite la Encarnación:

“Sin su consentimiento libre, el designio de Dios no habría sido posible en la historia.” (Introducción al cristianismo).

Por tanto, su cooperación no es de orden causal eficiente, sino de fe, obediencia y compasión: María se une al Hijo en la cruz como madre que comparte el sufrimiento redentor, no como sujeto de la redención misma.

  1. Benedicto XVI: continuidad y claridad magisterial

Durante su pontificado, Benedicto XVI mantuvo esta línea doctrinal. En diversas catequesis y homilías marianas, subrayó la asociación de María al sacrificio de Cristo, pero siempre con un lenguaje teológico preciso:

“María, unida a su Hijo en el sufrimiento, fue asociada íntimamente a su sacrificio, pero el Redentor es uno solo: Cristo, que ofreció su vida por la salvación del mundo.”
(Ángelus, 11 de febrero de 2007)

Y en Deus caritas est (n. 41), al hablar de la unión de María con el amor redentor de Cristo, afirma que ella “ha entrado en el dinamismo del don de sí mismo”, mostrando que la cooperación mariana es participación amorosa, no acción paralela.

En síntesis:

• Benedicto XVI no usó el título “Corredentora” en documentos oficiales.

• Prefirió hablar de “asociación singular” o “colaboración maternal” en la obra de la Redención.

• Afirmó que el papel de María es real, eficaz y único, pero siempre dependiente y subordinado a Cristo, único Redentor.

  1. Razones doctrinales de su reserva

Benedicto XVI consideró que el uso del término corredentora presenta tres riesgos:

  1. Riesgo cristológico: Podría oscurecer la centralidad de Cristo, el único mediador (cf. 1 Tim 2,5).
  2. Riesgo pastoral: Podría confundir a los fieles, dando la impresión de una “doble redención” o de una “media diosa”.
  3. Riesgo ecuménico: Podría dificultar el diálogo con otras confesiones cristianas, que ya ven con recelo algunos excesos marianos.

Por ello, propuso mantener la doctrina mariana en el lenguaje del Concilio Vaticano II, que con delicado equilibrio afirma:

“Esta maternidad de María en la economía de la gracia perdura sin cesar desde el consentimiento que prestó fielmente en la Anunciación […] hasta la consumación de todos los elegidos. En efecto, asumida al cielo, no ha dejado esta función salvadora, sino que continúa alcanzándonos los dones de la salvación eterna.” (Lumen Gentium, 62)

  1. María como “modelo de la Iglesia redimida”

Benedicto XVI resaltó otra dimensión complementaria: María no sólo coopera en la Redención, ella misma es la primera redimida. En ella se ve cumplido el fruto de la Pasión de Cristo: la plena santificación. Por eso decía:

“La verdadera grandeza de María consiste en que es totalmente transparente a Dios; es la criatura que se deja poseer por su amor.”
(Homilía, 15 de agosto de 2005)

María, más que “corredentora”, es el ícono perfecto de la Redención recibida, la primera en dejarse salvar totalmente por el amor del Crucificado.

  1. Conclusión: la línea teológica de Benedicto XVI y el Magisterio reciente

El pensamiento de Benedicto XVI ha influido claramente en el modo actual en que el Magisterio aborda la mariología. El documento “Mater populi fidelis” (2025) retoma esta orientación: purificar el lenguaje devocional y reafirmar la cooperación mariana sin introducir títulos que puedan inducir a error doctrinal.

Benedicto XVI no negó, por tanto, la verdad contenida en la intuición popular del título corredentora —la participación de María en el misterio redentor—, pero consideró necesario expresarla con un lenguaje más teológicamente exacto, en continuidad con la fe de la Iglesia y la centralidad de Cristo.

En su magisterio, María es la Madre del Redentor, la colaboradora obediente del plan divino, la intercesora maternal de la Iglesia, y la primera redimida.
Así, el título que mejor resume su misterio no es “Corredentora”, sino “Mater Redemptoris”: la Madre del Redentor, plenamente unida a Él en amor, fe y dolor.