DIRECTRICES

Imeldo Martínez Reyes seminarista apóstol de la Palabra

La catequesis presacramental es la grande oportunidad que tenemos para transformar el catolicismo, a nivel masivo, dándole seguridad y dignidad (Cfr. Hacia un nuevo modelo de Iglesia, del P. Flaviano Amatulli Valente, p. 36). El P. Flaviano Amatulli Valente, de feliz memoria, dibujó un nuevo camino de catequesis a través de folletos que se complementan en diferentes directrices, dimensiones, objetivos y una visión eclesial con miras a fortalecer la fe de los católicos. 

Ya en el número anterior (Cfr. Iglesia y Sectas, 107 Enero-Abril 2019, p. 5), presentamos la Introducción a este Camino Integral de Catequesis “Apóstoles de la Palabra”, cuyas siglas son CIDECAP. Pues bien, hemos delineado también unas directrices que sirvan de guía al nuevo modelo de catequesis, pero que también nos ayuden a seguir soñando y mirando con optimismo el futuro de la Iglesia. 

1. Hacer de la catequesis un taller integral de crecimiento espiritual y humano, donde cada miembro se vuelva un cristiano activo y productivo. 

Los tiempos han cambiado y ello exige el cambio dentro de las estructuras eclesiales y pastorales. El P. Amatulli, en la tercera parte de su libro Hacia un nuevo modelo de Iglesia, pág. 288, señala a la Iglesia que la Iglesia debe ser un “Taller de humanismo” para favorecer la realización personal y la convivencia fraterna; por ello, la catequesis es la gran oportunidad que tenemos para iniciar a llenar los espacios que han ido quedando al margen del aparato catequético.

Diócesis de San Jacinto, Parroquia san Antonio de Padua, Naranjal, Guayas, Ecuador.

Para favorecer el rendimiento en la formación catequética, cada miembro debe volverse en protagonista de esta terea. Debe, por tanto, alternarse la teoría y la práctica, la dimensión humana y la dimensión espiritual, con miras a favorecer la acción de los bautizados dentro de la Iglesia. No se trata de ser representantes de los demás, sino más bien de dejar que cada uno se sienta protagonista de la acción evangelizadora.

2. Búsqueda de una catequesis progresiva y permanente.

Para lograr que haya católicos bien formados, conscientes y de convicción, no basta con un año de preparación. La catequesis debe iniciar en los primeros años de vida y finalizar en los últimos días de cada cristiano, por ello debemos sumar fuerzas en la búsqueda de experiencias, material y el contenido adecuados para cada etapa de la vida cristiana.

3. Aplicación de todo el método catequético, en forma teórica y práctica, que tenga como texto fundamental la Sagrada Escritura.

«“Biblia para todos y Biblia para todo, todo con la Biblia y nada sin la Biblia”. La Biblia como texto y todo lo demás como subsidio. Primero la Biblia y luego el catecismo».Hoy se privilegia el conocer en lugar del quehacer, por ello la forma de enseñar no siempre cumple con su propósito; se necesita una entrega más decidida para guiar de manera eficaz a los que se han enlistado en una formación para el discipulado, para ello el conocimiento adecuado es de suma importancia, pero lo es de igual forma la práctica de la vida cristiana. 

4. Lograr que el proceso catequético se dé mediante una formación personalizada, es decir, en grupos pequeños y atendidos por más de un catequista.

No debe ser la búsqueda económica lo que mueva la acción catequética, sino la calidad de la formación ofrecida en cada centro de catequesis, para ello se debe reducir el número de alumnos por grupo y aumentar el número de catequistas, de tal suerte que todos los asistentes tengan un seguimiento personalizado. (Cfr. Hacia un nuevo modelo de Iglesia, del P. Flaviano Amatulli Valente, p. 41). 

5. Mirar la realidad de la Iglesia y el mundo plural y agresivo para la dignidad cristiana, donde la religiosidad popular debe ser iluminada con la Palabra de Dios.

Nos ha tocado vivir en un mundo en proceso de secularización, o ya secularizado, donde las ideas saben a ateísmo o agnosticismo. El ser humano pretende ser el centro del universo; con sus adelantos científicos y técnicos se sumerge en un mundo ensordecedor lleno de ruidos, modas y propagandas, que invaden los medios de comunicación masiva y que le mueven a consumir aunque no tenga la necesidad, todo ello en detrimento de una vida cristiana, religiosa y espiritual, es decir, de una vida plenamente humana. Por tanto es necesario hacer conciencia de esta realidad plural en la que la Iglesia de Cristo, como una barca en medio de la tormenta, navega llevando al timón a Jesús resucitado, iluminando con la Palabra de Dios la piedad popular y toda la vida cristiana.

6. Búsqueda de una catequesis incluyente e influyente, donde los maestros principales son los propios papás; los catequistas somos colaboradores en esta misión, pero también los padrinos y las personas que les rodean.

En la catequesis se debe buscar un ambiente más cristiano, donde todos tengan una misma búsqueda de Dios, pero los principales agentes en la formación de los futuros cristianos serán siempre los papás, los padrinos, los catequistas y otras personas involucradas en este proceso formativo, para lograr esto es necesario que todos tengamos un tiempo de formación que sea favorable al ambiente antes mencionado. (Hacia un nuevo modelo de Iglesia, del P. Flaviano Amatulli Valente, p. 42).

7. Quien acceda a los sacramentos tiene que mostrar un avance significativo en las diferentes áreas de su formación.

No sólo se necesita el aprendizaje de ideas y conceptos en materia de doctrina; se necesita que cada candidato, junto con su familia, dé muestras de conversión y tengan una práctica de vida cristiana. La participación en la comunidad cristiana, la participación en los sacramentos y la integración en un grupo de la propia comunidad parroquial, serán las pautas para reconocer el crecimiento como discípulo de Cristo.

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