Por lo general, todas las colectas que se hacen en las comunidades, están destinadas a realizar obras materiales, especialmente para la construcción.
Ahora es tiempo de tomar conciencia de que se necesitan fondos, que sirvan directamente para la evangelización.
En efecto, es necesario que algún catequista vaya a prepararse mejor en algún instituto especializado, que alguien se dedique a visitar las comunidades dedicando energías y perdiendo días de trabajo, teniendo en cuenta que los mejores evangelizadores son gente casada y por lo tanto con responsabilidades familiares,
¿Como realizar ésto? Que en cada parroquia haya un Comité de Economía para la Evangelización. ¿Cómo conseguir los fondos necesarios para realizar un sinfín de iniciativas útiles para la evangelización? Haciendo una colecta especial en todos los templos de la parroquia, buscando bienhechores, organizando rifas, pidiendo café, maíz, frijol, algodón… en tiempos de cosecha y entregando el dinero correspondiente a dicho comité.
Como la comunidad cristiana se preocupa por sostener el seminario, así tiene que preocuparse para promover la evangelización, procurando una mejor formación de los agentes de pastoral, ayudando a los que dedican más tiempo al apostolado con detrimento de su trabajo y sosteniendo cualquier otra iniciativa que se considere conveniente (dulces a los niños que acuden al catecismo, mesas de juegos y artículos deportivos para los jovenes que frecuentan nuestros ambientes, etc.).
Ojalá que algún día en cada parroquia pueda haber, aparte del sacerdote y alguna religiosa, un cierto números de seglares, también casados, que puedan dedicar todo su tiempo o gran parte de ello a la evangelización.
«La cosecha es abundante y los obreros son pocos» (Lc 10,2). Hay que hacer algo para resolver este grave problema de los obreros del Evangelio. Y el aspecto económico seguramente representa uno de los obstáculos más graves que estamos llamados a superar con espíritu de firmeza y decisión.
No basta decir: «Es mucho el trabajo; no me doy abasto para atender a tanta gente», mientras se quedan pueblos completamente abandonados y sectores sociales sin cuidado pastoral. Hay que pensar, moverse, buscar nuevos «obreros del Evangelio».
Hermano catequista y laico comprometido, acuérdate que mucho depende de ti.
Tú tienes que hablar a la comunidad e ir promoviendo esta idea para que la evangelización no se atasque. Y tienes que dar el ejemplo, cooperando personalmente y organizando iniciativas para que el Comité de Economía para la Evangelización pueda contar con los fondos necesarios.
No te dejes vencer por la envidia, cuando veas que un compañero tuyo fue promovido para algún ministerio o fue escogido para participar en algún curso de especialización, y no tú. Lo que tienes que buscar es el bien de la Iglesia y no tu prestigio personal. La construcción del Reino de Dios tiene que ser tu máxima preocupación.