Recibir a Cristo con amor, no por costumbre
Hay preguntas que surgen del corazón de los fieles y merecen respuestas llenas de luz y verdad. Una de ellas es esta:
“Si voy todos los días a Misa y comulgo, y luego asisto a otra Misa el mismo día, ¿puedo volver a comulgar?”
La duda es comprensible, porque quien ama la Eucaristía desea recibir con frecuencia al Señor. Pero también es importante hacerlo con conciencia, reverencia y obediencia al Magisterio de la Iglesia.
Un tesoro que no se banaliza
La Iglesia enseña que la Eucaristía es el sacramento más grande y santo de todos, porque en ella recibimos al mismo Cristo, el Autor de la gracia, no solo un signo o símbolo. Por eso, como explicó monseñor Julián Herranz, presidente del Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos Legislativos,
“el derecho universal de la Iglesia establece normas para proteger la veneración debida al Cuerpo y la Sangre de Cristo y evitar que su recepción se banalice”.
Recibir la Comunión no puede convertirse en un gesto automático o rutinario. Cada encuentro con Cristo Eucaristía es un misterio que transforma la vida.
Qué dice la Iglesia
El canon 917 del Código de Derecho Canónico (vigente desde 1983) responde con claridad:
“Quien ya ha recibido la Santísima Eucaristía, puede volver a recibirla en el mismo día solo durante la celebración eucarística en la que participa.”
Y una interpretación auténtica de la Santa Sede, del 11 de julio de 1984, precisó que esa expresión “volver a recibirla” significa una sola vez más.
En otras palabras:
• Un fiel puede comulgar dos veces en un mismo día, pero la segunda vez debe ser dentro de una Misa en la que participe activamente.
• Solo en caso de peligro de muerte, la Iglesia permite recibir una vez más la Comunión como Viático.
Ejemplo práctico
Imagina que participas por la mañana en tu Misa diaria y comulgas. Más tarde, asistes a una Misa de bodas o de difuntos. Si participas en toda la celebración, puedes comulgar nuevamente. Pero hacerlo una tercera vez ese mismo día no está permitido, salvo si estás por fallecer y recibes el Viático.
El motivo no es prohibitivo, sino pedagógico y espiritual: la Iglesia quiere ayudarnos a mantener viva la conciencia del don inmenso que recibimos. Comulgar no es “repetir un gesto devoto”, sino acoger a Cristo vivo, con fe y amor.
La comunión: encuentro, no costumbre
A veces podemos caer en la tentación de convertir los actos sagrados en rutina. Sin darnos cuenta, hacemos de lo más santo algo común. Pero el alma que ama a Jesús sabe que cada Comunión debe vivirse como si fuera la primera, la única y la última.
San Francisco de Asís decía:
“Cada día debemos recibir el Cuerpo y la Sangre del Señor con humildad, con reverencia y con amor ardiente.”
Por eso, comulgar dos veces al día no debe ser un hábito sino un acto consciente, motivado por una participación real en la celebración y un profundo deseo de unión con el Señor.
Una invitación a renovar el asombro
Cada vez que recibimos la Eucaristía, el cielo se abre y Cristo viene a nosotros. No se trata de “cuántas veces” sino de cómo lo recibimos.
¿Lo hago con fe viva? ¿Con corazón limpio? ¿Con espíritu de adoración y gratitud?
Que cada comunión sea un momento de encuentro y transformación; que nuestro “Amén” al recibir el Cuerpo de Cristo sea una entrega total de la vida al Amor que se nos da.
Conclusión pastoral
Sí: puedes comulgar hasta dos veces al día, pero que cada vez sea una respuesta de amor, no de costumbre.
Porque lo importante no es la cantidad de veces que recibes a Cristo, sino cuánto dejas que Él viva en ti.
“Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (Gál 2,20).

 
												





