“Hoy más que nunca se necesita el apostolado de la oreja” (Papa Francisco).
Reflexión pastoral sobre una propuesta del Papa Francisco
Introducción
En un mundo sobresaturado de palabras, ruidos y juicios rápidos, el Papa Francisco propone un estilo apostólico sorprendente por su sencillez y profundidad: el apostolado de la oreja. Con esta expresión, el Pontífice nos recuerda que escuchar es un acto profundamente evangélico, un modo concreto de amar, y una necesidad urgente para una Iglesia en salida que quiere tocar el corazón del ser humano.
Este breve escrito busca iluminar desde la Sagrada Escritura, la Tradición viva de la Iglesia y el Magisterio reciente, el sentido teológico y pastoral de esta propuesta, así como sus aplicaciones en la vida misionera, familiar y eclesial.
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1. Fundamento bíblico: un Dios que escucha primero
La revelación cristiana comienza con un Dios que escucha el clamor de su pueblo: “He visto la opresión de mi pueblo… he oído su clamor… y he bajado para liberarlo” (Ex 3,7-8). El Dios de la Biblia no es sordo ni indiferente: es un Dios con oídos atentos y corazón compasivo.
Jesucristo, el Verbo encarnado, no sólo hablaba: también escuchaba. Se detenía ante el grito del ciego Bartimeo (Mc 10,46-52), oía en silencio la confesión de la mujer adúltera (Jn 8,1-11), y se abría al corazón de la samaritana (Jn 4,1-30). Escuchar fue para Él el inicio del encuentro, el primer paso de la sanación.
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2. El Papa Francisco y el arte de escuchar
El Papa Francisco ha insistido constantemente en que la evangelización comienza por la escucha. En su visión pastoral, “escuchar es más que oír”: es abrir el corazón al otro, entrar en su mundo, respetar su tiempo, dejarse tocar por sus heridas. Este estilo no es pasividad, sino una forma de presencia activa, de amor humilde.
En palabras del Papa:
“Hoy más que nunca se necesita el apostolado de la oreja: escuchar antes de hablar” (Discurso a los formadores del clero, 3 de octubre de 2014).
Este apostolado no exige títulos académicos, sino disposición interior. Se trata de estar disponibles para los que sufren, sin prisa, sin soluciones prefabricadas. Es también una forma de imitar a la Virgen María, la mujer que “conservaba todo en su corazón” (Lc 2,19), es decir, que escuchaba con profundidad.
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3. Teología pastoral del “apostolado de la oreja”
Escuchar es una actitud profundamente cristológica, eclesial y pastoral:
• Cristológica, porque Cristo es el Buen Pastor que conoce a sus ovejas y las llama por su nombre (Jn 10,3-4), es decir, las escucha y se hace cercano.
• Eclesial, porque la Iglesia no sólo tiene que hablar en nombre de Dios, sino también escuchar al mundo con discernimiento, para comprender sus preguntas, heridas y búsquedas.
• Pastoral, porque quien acompaña en nombre de Cristo debe ser, antes que maestro, hermano y testigo. El apóstol auténtico primero se hace oyente de la vida del otro, como Jesús en el camino de Emaús (Lc 24,13-35).
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4. Aplicaciones pastorales concretas
a) En la vida parroquial y comunitaria
Fomentar espacios donde los fieles puedan hablar sin miedo, ser escuchados y acogidos: consejería, confesión, diálogo pastoral, grupos de escucha. El sacerdote o agente de pastoral no es sólo un predicador, sino también un oyente del alma.
b) En la familia y la educación
Padres, catequistas y formadores están llamados a escuchar con el corazón, no sólo corregir o instruir. Muchas crisis familiares se curan no con consejos, sino con presencia atenta y amorosa.
c) En la evangelización
Quien evangeliza debe saber escuchar las preguntas del otro, incluso sus heridas, antes de proponer el Evangelio. La escucha crea confianza, abre caminos, prepara la tierra para la siembra de la Palabra.
d) En el discernimiento vocacional y moral
El acompañamiento requiere saber callar para que el otro escuche la voz de Dios en su interior. El acompañante no impone: ayuda a descubrir, ilumina desde la fe y acompaña con respeto.
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5. Riesgos y purificaciones
El apostolado de la oreja no es permisivismo ni pasividad. Escuchar no significa justificar todo, sino comprender para iluminar con la verdad. Exige madurez espiritual, paciencia, silencio interior, y una fe firme que sepa esperar los tiempos de Dios.
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Conclusión: una Iglesia que escucha, sana y evangeliza
El apostolado de la oreja no es una estrategia de moda, sino una actitud profundamente cristiana. En una época marcada por el ruido, la prisa y la indiferencia, el arte de escuchar puede ser el primer milagro de misericordia que muchos necesitan.
El Papa Francisco nos invita a volver a lo esencial: “una Iglesia samaritana, que se inclina, escucha, toca y sana”. La Palabra de Dios se encarna también en el silencio que acoge, en la oreja que no juzga, en la presencia que consuela.
Que cada uno de nosotros, como discípulo misionero, se convierta en un apóstol que escucha para curar, acompaña para liberar y ama para transformar.