El “Canon Muratori”, también conocido como el “Fragmento Muratoriano”, es uno de los documentos más antiguos y significativos que ofrece un testimonio de la formación del canon del Nuevo Testamento en la Iglesia primitiva. Descubierto en la Biblioteca Ambrosiana de Milán por el historiador italiano Ludovico Antonio Muratori en el siglo XVIII, el fragmento ofrece una lista de libros que eran considerados autoritativos por la Iglesia en Roma a finales del siglo II.

El  contexto del Canon Muratori

En los primeros siglos del cristianismo, la Iglesia estaba en proceso de discernir cuáles de los numerosos escritos atribuidos a los apóstoles y otros líderes cristianos debían ser reconocidos como inspirados y normativos para la fe. Esta era una tarea crucial, ya que muchos textos competían por la aceptación y uso en la liturgia y la enseñanza, incluidos algunos escritos apócrifos y heréticos que presentaban doctrinas y prácticas ajenas al cristianismo ortodoxo.

El “Canon Muratori”, datado aproximadamente entre los años 170 y 200 d.C., representa un esfuerzo temprano de la Iglesia para establecer una lista de libros que deberían ser leídos públicamente en las iglesias y que tenían autoridad doctrinal.

Contenido del Canon Muratori

El “Canon Muratori” es un fragmento de un manuscrito en latín que presenta una lista de los libros que la comunidad cristiana romana del siglo II consideraba como parte del Nuevo Testamento. Aunque el texto está dañado al principio y al final, lo que impide conocer su contenido completo, se pueden destacar los siguientes puntos clave sobre los libros que menciona:

1. Evangelios Canónicos:

Comienza mencionando los Evangelios de Lucas y Juan. Es probable que también incluyera los Evangelios de Mateo y Marcos, aunque esta parte del texto se ha perdido. El fragmento afirma que Lucas es el «tercer Evangelio» y Juan el «cuarto», lo que indica que se reconocían cuatro Evangelios en total.

2. Hechos de los Apóstoles y Epístolas Paulinas: 

El fragmento acepta los “Hechos de los Apóstoles” y menciona explícitamente trece epístolas atribuidas a San Pablo: Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón. También se refiere a la carta a los Laodicenses y otra a los Alejandrinos, mencionadas como cartas apócrifas que no deben ser aceptadas en la comunidad.

3. Otras Cartas y Escritos Canónicos:

Incluye también la carta de Judas, dos epístolas de Juan (probablemente 1 y 2 Juan), y menciona la Sabiduría de Salomón. También reconoce el Apocalipsis de Juan y menciona un Apocalipsis de Pedro, aunque aclara que este último no es leído en todas las iglesias.

4. Rechazo de escritos heréticos:

El canon rechaza varios escritos que consideraba heréticos o espurios, como aquellos promovidos por Marción de Sínope, que sostenía que sólo el Evangelio de Lucas y diez epístolas paulinas debían ser consideradas como Escritura, excluyendo el Antiguo Testamento y otros escritos cristianos.

Significado del Canon Muratori

El “Canon Muratori” es un testimonio invaluable sobre cómo la Iglesia primitiva abordaba la cuestión del canon bíblico. Algunas de sus implicaciones más significativas incluyen:

– Primer canon parcial del Nuevo Testamento: 

Aunque no es una lista exhaustiva ni oficial, el *Canon Muratori* es el testimonio más antiguo que se conserva de un intento por establecer un canon del Nuevo Testamento. Refleja las prácticas y criterios de la comunidad cristiana en Roma hacia finales del siglo II, proporcionando una base importante para entender cómo se desarrolló el canon en los siglos posteriores.

– Reconocimiento de los Evangelios canónicos: 

El fragmento reafirma la aceptación temprana de los cuatro Evangelios canónicos —Mateo, Marcos, Lucas y Juan— como inspirados y normativos. Esto indica que, ya en el siglo II, la comunidad cristiana en Roma había llegado a un consenso sobre cuáles Evangelios debían ser considerados auténticos.

– Discernimiento doctrinal y rechazo de herejías: 

El “Canon Muratori” muestra que la Iglesia estaba activamente comprometida en el proceso de discernir cuáles textos eran doctrinalmente sanos y auténticamente apostólicos. Al mismo tiempo, revela una clara preocupación por excluir escritos que promovían doctrinas heréticas o que no eran considerados genuinamente inspirados.

Criterios de canonicidad reflejados en el Canon Muratori

A través del “Canon Muratori”, se pueden observar algunos de los criterios utilizados por la Iglesia primitiva para discernir los libros canónicos del Nuevo Testamento:

1. Apostolicidad:

Un libro debía tener una conexión directa con los apóstoles, ya sea porque fue escrito por un apóstol o por alguien cercano a ellos.

2. Uso litúrgico:

Los libros debían ser utilizados regularmente en la liturgia de la Iglesia, es decir, ser leídos públicamente durante el culto.

3. Ortodoxia:

El contenido doctrinal debía estar en conformidad con la fe cristiana, excluyendo aquellos textos que promovían enseñanzas contrarias a la fe recibida de los apóstoles.

4. Universalidad:

Los libros debían ser reconocidos y aceptados por la mayoría de las comunidades cristianas, no solo por una iglesia local o un grupo aislado.

Conclusión

El “Canon Muratori” es un documento esencial para comprender la historia de la formación del Nuevo Testamento y el proceso de discernimiento llevado a cabo por la Iglesia primitiva para definir qué escritos debían considerarse inspirados por Dios. Aunque es solo un fragmento, proporciona una valiosa ventana al pensamiento y las prácticas de los cristianos en el siglo II, revelando cómo la Iglesia trabajó para preservar la autenticidad y la pureza de la fe transmitida por los apóstoles. Este testimonio temprano sigue siendo relevante hoy, pues nos recuerda la importancia de la tradición apostólica en la configuración de la fe y la doctrina cristiana.