Se trata de un bestseller que ha vendido 40 millones de ejemplares en todo el mundo. Es también una de las películas más taquilleras de los últimos años. Es “El Código Da Vinci”, un producto comercial que pretende mostrar la verdad sobre Cristo, ocultada maquiavélicamente por la Iglesia Católica.
P. Flaviano Amatulli Valente, fmap
Jorge Luis Zarazúa Campa, fmap.
¿Cuál es el secreto de su éxito? Se trata de una novela que utiliza muchos recursos narrativos de probado éxito en la novela y el cine de Hollywood: suspenso, intriga, misterio, romance, dramáticas persecuciones, asesinatos… y la promesa de revelar un secreto que puede derrumbar las bases del cristianismo en general y de la Iglesia Católica y “el Vaticano” en particular.
Es decir, Dan Brown utilizó ampliamente los recursos a que nos hemos acostumbrado y enfocó sus baterías sobre uno de los personajes más relevantes de la historia de la humanidad, Jesús de Nazaret, y a una de las instituciones más polémicas de todos los tiempos, la Iglesia Católica, una fórmula probada para obtener altas ventas.
Se trata, sin duda, de una novela de ficción, en la que el autor puede permitirse recrear la realidad e inventar múltiples situaciones. Es el mundo de la creación artística y literaria. Lo que ya no es tan aceptable, desde el punto de vista ético, es la terquedad de Dan Brown al insistir en entrevistas periodísticas que todo lo que él ha escrito en “El Código Da Vinci” tiene fundamento histórico, cuando todas las pruebas aportadas por especialistas demuestran lo contrario. Sería recomendable que volviera a su papel de novelista, dejando a un lado el papel de predicador de un nuevo evangelio.
En la última década se han filmado películas que tienen como telón de fondo la figura de Cristo y de la Iglesia, que han provocado polémica. Su éxito nos revela el interés que despiertan Cristo y su Iglesia entre todos los seres humanos. Un interés que no hemos sabido aprovechar.
¿Qué nos dice todo esto? Que los discípulos de Cristo, si queremos impactar, debemos utilizar los recursos narrativos más acordes a la sensibilidad de nuestros contemporáneos: la poesía, el cuento, la novela, el teatro, el guión radiofónico, la telenovela y los diversos géneros cinematográficos. No olvidemos tampoco la importancia de artes visuales como la danza y la pintura; o la importancia de la música.
Se trata, por tanto, de volver a producir cultura, como en épocas anteriores. Crear una cultura cristiana, que logre alimentar y hacer madurar en la fe a la comunidad cristiana y que al mismo tiempo suscite un diálogo con las culturas de inspiración distinta.
Más que lamentarnos por el éxito inusitado de libros y películas contrarias a nuestra fe, veamos qué podemos hacer para comunicar a todos la belleza de la fe católica, en un lenguaje más acorde a la sensibilidad actual. Solamente así lograremos cumplir con nuestra misión, que consiste en dar a conocer a Cristo, “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6), el único que puede proporcionar la verdadera felicidad a todos los hombres de todos los tiempos.
México, D.F.; a 23 de mayo de 2006.
P. Flaviano Amatulli Valente, fmap
Jorge Luis Zarazúa Campa, fmap.
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