De origen chino

Estimados amigos: Hoy quiero contarles la sorprendente historia del origen de la piñata mexicana. Seguramente has quebrado una piñata en las posadas o en tu fiesta de cumpleaños, pero te apuesto que no sabes el origen y el significado de las piñatas. Es algo sumamente interesante.

Fíjate que la piñata mexicana tiene sus antecedentes en China, donde romper la piñata era parte de una ceremonia propio de las celebraciones del año nuevo chino y generalmente representaban a animales como vacas, bueyes y búfalos. Como el año nuevo chino se celebra al inicio de la primavera, la fiesta está muy relacionada con la agricultura.

¿Quieres saber cómo era esta ceremonia? Se hacía la piñata con papel de diferentes colores y se le colgaban herramientas agrícolas; además, se rellenaba con cinco clases de semillas. La piñata era golpeada con varas de distintos colores por los mandarines, que eran funcionarios del gran Imperio chino.

Al romper la piñata, las semillas caían y las piñatas quedaban vacías. Entonces se quemaba el papel y la gente se llevaba las cenizas a sus casas, pues pensaban que esto traería fertilidad y buenas cosechas a sus campos. ¿Te imaginas a todo mundo queriendo agarrar las cenizas? Seguramente era algo muy divertido.

 

La conexión italiana y española

Marco Polo, el gran viajero veneciano, llevó la idea de la piñata a Italia, donde se utilizó para la celebración de la Cuaresma. Aquí se le dio un sentido cristiano. El primer domingo de cuaresma se rompía la piñata, que se elaboraba de brillantes colores. Con ello se quería representar al Demonio, que presenta siempre la tentación de forma llamativa y sumamente atractiva.

Pues bien, romper la piñata era una manera de decir que se estaba dispuesto a romper con el Demonio y a decirle no a las tentaciones.

Esta forma de celebrar la Cuaresma pasó a España, el país de donde vinieron los misioneros que evangelizaron nuestro país. En España se celebraba también el primer domingo de Cuaresma en el que se hacía una representación a la que se le llamaba “El baile de la piñata”, donde se escenificaba, al romper las piñatas, el deseo de acabar con el mal, convertir el corazón para que se volviera a Dios y así poder recibir los bienes eternos.

 

La piñata mexicana:

un recurso didáctico para la evangelización

El mes de mayo de 1533 fue la llegada de los misioneros agustinos a nuestro país. Ya antes habían llegado los franciscanos, en 1524, y los dominicos, en 1526.

Fueron los agustinos quienes introdujeron la celebración de las tradicionales posadas, que incluían las piñatas y lo hicieron en el Convento de Acolman, en el actual Estado de México.

Las piñatas se hacen de una olla de barro, que se reviste de papeles multicolores y sumamente llamativos. Se le da la forma de una estrella de siete picos, que representan a los siete pecados capitales y, por tanto, al Demonio, el seductor por excelencia.

Los siete pecados capitales

¿Sabes cuáles son los siete pecados capitales? Seguramente recuerdas sólo algunos, por eso voy a decírtelos completos. Y te los diré de una forma muy fácil de recordarlos.

A los siete pecados capitales yo les llamo PEGASIL, porque son muy pegajosos. Acuérdate de PEGASIL y recordarás fácilmente los siete pecados capitales, que son Pereza, Envidia, Gula, Avaricia, Soberbia, Ira y Lujuria. Te los repito para que te fijes en la primera letra de cada pecado y descubrirás porque les llamo PEGASIL: Pereza, Envidia, Gula, Avaricia, Soberbia, Ira y Lujuria.

¿Por qué se les llama pecados capitales? Fíjate que la palabra capital viene del latín y significa lo que se refiere a la cabeza. Se les llama así porque son cabeza de otros pecados, puesto que generan y dan origen a otros vicios y pecados.

Pues bien, la piñata era y es un medio de evangelización. Romperla es romper con el demonio y con el pecado, especialmente con los pecados capitales. Se trata de un juego o una dinámica donde se nos invita a no caer en la tentación.

 

Aprender a discernir

El que va a romper la piñata, tiene los ojos vendados. Esto representa la necesidad que tenemos del discernimiento que nos viene de la fe. Discernir es distinguir. Y vaya que es necesario aprender a distinguir, pues cuando queremos romper la piñata hay muchas voces y gritos a nuestro alrededor. Y nosotros necesitamos distinguir entre los que nos orientan adecuadamente y los que quieren distraernos para que no le peguemos a la piñata.

Así es la vida cristiana. El cristiano tiene que distinguir a quienes desean llevarlo por el buen camino y a quienes buscan su perdición, evitando que rompa con el pecado.

Para lograr romper con el pecado, es necesario imitar a Cristo. Por eso, antes de romper la piñata y estando ya con los ojos vendados y con el palo en mano, al cristiano se le hacía dar 33 vueltas, que representan los 33 años que vivió nuestro Señor Jesucristo, pues nosotros, los que creemos en Él debemos seguir su ejemplo, como lo dice la primera carta de san Pedro, capítulo 2 versículo 21: “Cristo padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas”.

Si te parecen excesivas las 33 vueltas tradicionales, también pueden ser sólo siete vueltas, que representan las siete virtudes que necesitamos practicar para vencer a los siete pecados capitales: Diligencia, Amor fraterno, Templanza, Generosidad, Humildad, Mansedumbre y Castidad.

 

La gracia santificante

El palo con que se rompe la piñata representa la gracia santificante que nos da el bautismo y que recuperamos por el sacramento de la confesión. Esta ayuda de Dios es la que hace posible que podamos romper con el Demonio y sus seducciones.

Al romper la piñata y decirle no a la tentación y al pecado, el cristiano obtiene los dones y las gracias que Dios promete a sus hijos y que anuncian la salvación definitiva a la que hemos sido llamados.

Estos dones no son sólo para nosotros, pues cuando vencemos al Demonio, la gracia se derrama sobre nosotros y nuestros familiares y amigos, sobre toda la Iglesia. Todos recibimos los beneficios. Por eso cuando se rompe la piñata y se derraman los dones que lleva dentro, todos nos acercamos para tomarlos y compartirlos con los demás hermanos.

No pierdas el tino

Acuérdate: Si no vencemos a la tentación y caemos en el pecado, nuestros seres queridos no se beneficiarán de nuestra victoria.

Por eso el estribillo que se entona mientras alguien intenta romper la piñata es muy cierto:

 

Dale, dale, dale,

no pierdas el tino

porque si lo pierdes

pierdes el camino.

 

Esta pequeña estrofa es una invitación a afinar la puntería, a no perder el tino, es decir, a no perder la destreza necesaria para dar en el blanco.

Se trata de no perder el camino, que es nuestro Señor Jesucristo. Acuérdate que él es el camino, la verdad y la vida (Jn 14, 6) y que creer en Él y romper con el pecado son cosas necesarias para alcanzar la salvación.

Por eso, cada vez que te inviten a romper la piñata recuerda que no es sólo un juego. Es toda una catequesis que nos invita a decirle no al pecado y sí a nuestro Señor, que tanto nos ama. Es una profesión de fe.

Espero que les haya gustado esta historia y que la tengan presente cada vez que rompan una piñata. Mil gracias por su atención.