Un análisis pastoral y canónico del perfil del nuevo Pontífice, su labor en Chiclayo y su liderazgo en la selección de obispos
Ciudad del Vaticano / Chiclayo. Con la elección del Papa León XIV —anteriormente el cardenal Robert Francis Prevost— han comenzado a circular preguntas legítimas sobre su pasado pastoral, especialmente en el contexto latinoamericano y la crisis de los abusos en la Iglesia. Su experiencia como obispo de la diócesis de Chiclayo (Perú) y posteriormente como prefecto del Dicasterio para los Obispos ha sido clave en su perfil como Sucesor de Pedro. Pero ¿hay señales de encubrimiento o negligencia? ¿Cómo fue su manejo en estos temas delicados?
Un obispo cercano y pastoral en el norte del Perú
Nombrado obispo de Chiclayo en 2015, Robert Prevost —religioso agustino de origen estadounidense— asumió una diócesis con fuertes desafíos pastorales y sociales. Desde el inicio de su ministerio, mostró un estilo sencillo y misionero, recorriendo comunidades rurales, impulsando la formación del clero y acompañando la vida parroquial con presencia constante.
Aunque durante su episcopado no trascendieron públicamente denuncias de encubrimientos, sí se sabe que Prevost promovió la implementación de protocolos de prevención de abusos, en línea con lo que la Conferencia Episcopal Peruana y el Vaticano establecían. Si bien la diócesis de Chiclayo no estuvo exenta de casos previos de irregularidades, no existen indicios verificados de omisión por parte del obispo Prevost. La falta de denuncias formales o investigaciones mediáticas sugiere, al menos hasta ahora, un manejo diligente o prudente.
Además, su contacto frecuente con la población y su apertura al diálogo fortalecieron su reputación como pastor íntegro. Sacerdotes de la diócesis, consultados por medios eclesiales, han señalado su compromiso con una Iglesia sin privilegios, su cercanía al clero y su sensibilidad ante el sufrimiento de las víctimas.
De Chiclayo a Roma: una misión de confianza
En 2023, el Papa Francisco lo llamó a Roma para ocupar uno de los cargos más delicados de la Curia: el Prefecto del Dicasterio para los Obispos, organismo responsable de proponer al Papa los candidatos para el episcopado en todo el mundo. Su nombramiento fue considerado un gesto de gran confianza, especialmente en un momento en que la Iglesia buscaba renovar su liderazgo pastoral a nivel global.
Como prefecto, Prevost se mantuvo en la línea de Francisco: elegir obispos más cercanos al pueblo, con experiencia pastoral, sensibilidad social y capacidad de escucha. Bajo su guía, varios nombramientos en América Latina y otras regiones mostraron un giro hacia perfiles menos clericalistas y más sinodales.
Cabe destacar que, como parte de su cargo, Prevost tuvo que supervisar investigaciones y perfiles de obispos en un contexto donde el tema de los abusos era central. No se conocen resistencias internas ni escándalos asociados a su gestión, lo que refuerza la imagen de discreción y responsabilidad.
¿Y las acusaciones? Una mirada crítica y responsable
Hasta la fecha, no existen pruebas públicas ni informes canónicos que señalen a León XIV como encubridor de abusos sexuales. Si bien en la Iglesia toda figura pública debe estar abierta al escrutinio, en su caso la evidencia disponible respalda una trayectoria coherente con la renovación eclesial impulsada por Francisco.
Cualquier nueva denuncia, si surgiera, deberá ser tratada con transparencia, justicia y caridad, tanto por respeto a las víctimas como por el bien de la Iglesia. Pero en el plano actual, todo indica que el nuevo Papa ha sido fiel al compromiso de proteger a los más vulnerables y construir una Iglesia confiable.
Un Papa para seguir el camino de la sinodalidad
León XIV hereda un pontificado marcado por el impulso misionero, la reforma de estructuras, la opción por los pobres y la lucha contra el clericalismo. Su primer discurso como Papa ha confirmado esa línea: “Queremos ser una Iglesia sinodal, que camina, que busca siempre la paz, la caridad y estar cerca de quienes sufren”.
Desde su experiencia misionera en Perú hasta su servicio en Roma, el nuevo Pontífice parece asumir con serenidad el reto de consolidar una Iglesia que escucha, sana y evangeliza desde la verdad y la misericordia.