La Palabra de Dios, antorcha para nuestros pasos

salmoEl domingo 4 de agosto, fiesta de san Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, los padres de la Fraternidad Misionera Apóstoles de la Palabra que vivimos en la república mexicana tuvimos un retiro espiritual, dirigido por nuestro padre fundador, padre Flaviano Amatulli Valente, fmap.

Una de las meditaciones consistió en reflexionar el Salmo 119, un salmo que presenta la excelencia de la revelación divina, es decir, de la Palabra de Dios comunicada a los hombres a través de los profetas, y que se nos presenta en forma de mandamientos, promesas, disposiciones, dictámenes, ordenanzas y se concretiza en un camino, esto es, en un itinerario por recorrer, en un estilo de vida que se vive en conformidad con la voluntad de Dios.

El padre Amatulli nos explicó que este debe ser el salmo del apóstol de la Palabra, un salmo que debemos meditar continuamente, para asimilarlo y hacerlo nuestro, para ir conformando nuestra vida a la Palabra de Dios, que es «antorcha para nuestros pasos, luz para nuestro sendero» (cfr. Sal 119, 105).

 

Un salmo muy especial

El Salmo 119 es un salmo muy especial. Es el salmo más grande de la Biblia, pues tiene 176 versículos; es un salmo alfabético en el que cada estrofa se compone de ocho versos dobles que inician por cada una de las 22 letras del alfabeto hebreo.

Cada versículo exalta la ley de Dios, entendida como enseñanza revelada por Dios: «¡Oh, cuánto amo tu ley! Todo el día la medito (Sal 119, 97), «También yo amo tus mandamientos, más que el oro, que el oro fino» (Sal 119, 127), «¡Qué dulce me sabe tu promesa, más que la miel a mi boca» (Sal 119, 103).

También subraya la sabiduría que proporciona meditar la ley divina: «Tu mandato me hace más sabio que mis enemigos, porque es mío para siempre. Gano en sagacidad a mis maestros, porque medito tus dictámenes. Gano en cordura a los ancianos, porque guardo tus ordenanzas. Nunca me olvido de tus normas, porque así me instruyes tú» (Sal 119, 98-100.102).

 

Invitación

La lectura y la meditación del Salmo 119 es una tarea muy especial que cada apóstol de la Palabra y cada católico debe emprender con gozo. Les invitamos a orar con este salmo, que les ayudará a amar más la Palabra de Dios, especialmente sus mandamientos.