LOS MOVIMIENTOS EN LA IGLESIA
¿Arcas de Salvación o Escuelas
de Espiritualidad y Acción Pastoral?

Por el P. Flaviano Amatulli Valente, fmap.

Para algunos los Movimientos representan verdaderas “Arcas de Salvación”. En un mundo, tan lleno de sugestiones que llevan a la perdición, los Movimientos encierran el “secreto” en orden a la salvación. Si de veras estás preocupado por tu salvación eterna, no te queda que “entrar en el Arca”, integrándote a su Movimiento. Allá encontrarás todo lo necesario para encontrar la felicidad en este mundo y después asegurarte un lugar en el paraíso.

¿Y si no te convence su propuesta o te gustaría conocer algo más antes de embarcarte en la grande aventura de tu vida? Nada: o aceptar o rechazar. Es un riesgo que tienes que correr, si de veras te quieres lo mejor para ti. Tienes que confiar totalmente en la buena fe de los portadores del gran “secreto”. ¿Y si, después de haber recorrido un cierto camino, te das cuenta de que no responde a tus expectativas, te sientes cansado y te retiras? Mucho cuidado: estás poniendo a riesgo tu salvación eterna, el gran negocio que de veras tiene valor y puede dar sentido pleno a tu vida. Como se ve, esta manera de pensar y actuar tiene mucho que ver con el estilo propio de las sectas.

Al mismo tiempo, en la Iglesia hay otro tipo de Movimientos, cuyo propósito es actuar como “levadura en la masa”, concientes de ser portadores de un “Don”, que rebasa las propias capacidades y quieren compartir con los demás. Más que ser “ una Iglesia en la Iglesia”, quieren estar a servicio de la Iglesia, poniendo a disposición de todos lo poco o mucho que han recibido y madurado. Su función específica consiste en hacer “viable” el carisma, es decir, deseable, aceptable y asimilable, para el bien de toda la Iglesia. Sus iniciativas no llevan el “copyright” o derecho de autor, concientes de que el verdadero autor es Otro.

No importa si unos cuantos se van a integrar completamente y para siempre en el Movimiento, mientras la gran mayoría se va a quedar solamente el tiempo necesario para asimilar su carisma o aprender algo que le parece útil para el propio crecimiento y la propia maduración en el campo espiritual o apostólico. Se trata sencillamente de un don que se vuelve en servicio (1Cor 12, 7).

Evidentemente, los Apóstoles de la Palabra pertenecemos a este segundo tipo de Movimientos. Nuestro “secreto” consiste en no guardar ningún secreto. Todo lo que logramos descubrir, inventar, crear o madurar en orden a nuestra espiritualidad y acción pastoral, lo ponemos a disposición de todos. Tomen lo que les guste o los ayude a crecer. Con nosotros no hay derecho de autor.

En realidad, queremos ser “levadura en la masa” con el único afán de que fermente al calor de la Palabra de Dios. Queremos colaborar con nuestro granito de arena para ayudar a toda la Iglesia a enfrentar el problema de las masas católicas, inseguras y acomplejadas. Nuestro reto consiste en ver qué hacer para que puedan despertar al calor de la palabra de Dios y volverse responsables, activas y con sentido de dignidad, concientes de pertenecer a la única Iglesia fundada por Cristo.

No pretendemos que todos los que estén interesados en hacer realidad este ideal, entren a formar parte de nuestro Movimiento. Para eso somos suficientes unos cuantos Apóstoles de la Palabra, realmente convencidos y comprometidos con la causa. Para los demás, es suficiente dejarse contagiar por nuestra “utopía” y hacer lo que puedan para hacerla realidad.

¿Qué te parece todo esto? ¿No te entusiasma? Si es así, ¿por qué no te sumas a nuestra causa? Esperamos tu llamada.