Es el sueño, el ideal, la meta… lo que más nos mueve para luchar,
lo que da más sentido a nuestra vida como Apóstoles de la Palabra.
Por el P. Flaviano Amatulli Valente, fmap.
Valor de la utopía
¿Qué es la utopía? El ideal, la meta, el sueño, algo que no existe y parece que nunca vaya a existir. ¿Para qué sirve? Para dar sentido y rumbo a la vida.
A la luz de la utopía, uno aprende a ver las cosas de otra manera, a juzgar la realidad presente y tratar de cambiarla. Haciendo esto, lo que al principio parecía imposible, se vuelve posible.
Así surge el santo, el descubridor, el conquistador…, el que sueña con algo y lo logra. La utopía es el motor de la historia. Utopía verdadera y utopía falsa, que da vida o muerte. Abrahán, Moisés, Alejandro Magno, Napoleón Bonaparte, Hitler, Stalin… soñaron con grandes utopías e hicieron historia.
Anunciar el Evangelio
Teniendo presente todo esto, ¿cuál sería nuestra utopía como Apóstoles de la Palabra? Anunciar el Evangelio por todo el mundo, empezando por los mismos católicos, tan necesitados de abrevarse a esta fuente pura, que es la Palabra de Dios. Que el mundo católico despierte al calor de la Palabra de Dios, desde el niño que se prepara a la Primera Comunión, hasta el misionero que se dedica totalmente a la evangelización, a la religiosa que se consagra a Dios en silencio de un claustro, el presbítero y el teólogo.
Que para todos la Biblia represente la fuente más pura de inspiración, a cuya luz se puedan forjar los más grandes ideales, que puedan dar sentido a la vida de todos los hombres y de todos los pueblos.
Misión, vocación y reto
Para nosotros, los Apóstoles de la Palabra, se trata de una misión, una vocación y un reto. Algún día, sobre esto seremos juzgados, sin derecho a excusas o pretextos. En realidad, para eso surgimos y contamos con un lugar bien definido dentro de la Iglesia.
Es nuestro carisma, el don que Dios nos ha dado y del cual tenemos que responder. A luchar, entonces, todos juntos, con valor y confianza, para que la Palabra de Dios llegue a todos los hombres y con todos los medios a nuestro alcance. Que nada ni nadie nos detenga en el cumplimiento de nuestra tarea. Lo quiere Dios. Esto nos basta.
Y tú ¿qué piensas? Si estás de acuerdo con nosotros, ¿por qué no te sumas a nuestra causa?