Por: Hno. Emmanuelle Cueto Ramos, fmap
Facebook: Ordensbruder Emmy Rahner
¿Existe diferencia alguna entre el diálogo Ecuménico y el diálogo Interreligioso?
Parece ser que no, y digo “parece ser que no”, porque así lo suele asimilar mucha gente, sobre todo en el ámbito católico (algunos teólogos y en consecuencia el pueblo en general). Sin embargo no es lo mismo. Tenemos que reconocer que si se hace un análisis de la realidad eclesial, muchas luces logramos encontrar al respecto:
PRIMERO: El ECUMENISMO según la definición del Concilio Vaticano II en su decreto “Unitatis Redintegratio No. 4 dice: “Por «movimiento ecuménico» se entiende el conjunto de actividades y de empresas que, conforme a las distintas necesidades de la Iglesia y a las circunstancias de los tiempos, se suscitan y se ordenan a favorecer la unidad de los cristianos” Esto significa que la Iglesia en su intento por restaurar la unidad perdida por dos grandes cismas (Cisma de Oriente año 1054 y las Reformas Protestantes siglo XVI) procura regresar a la unidad, queriendo así realizar el ideal de Cristo de “Que todos Padre sean uno como tú estás en mí y yo en ti” (Jn 17,21)
Luego entonces el ecumenismo es la búsqueda incansable de la unidad entre los que somos cristianos, la pregunta es: ¿A qué nivel? Muchos responderían que ser UNO a nivel caritativo, es decir en buscar sólo lo que nos une y no hablar de lo que nos separa. Quedarse en este nivel es reducir el ecumenismo y limitarlo. Porque un eje fundamental es hablar de aquello que nos une pero también buscar un posible solución al problema de aquello que nos separa.
Una dimensión fundamental ineludible es que por dicha búsqueda de la unidad, no se abandone el sostener la propia identidad. Es decir que para no parecer intolerantes al decir: “Soy católico y pertenezco a la Iglesia de Cristo” se prefiera un lenguaje vago y relativista como muchos sostienen al decir: “Todos somos hermanos, es lo mismo, en el fondo todos buscamos al mismo Dios” sostener esto tiene un trasfondo: eludir la responsabilidad de evangelizar y por consecuencia tener una aversión a la palabra “conversión”, que para muchos suele ser sinónimo de proselitismo. ¿Qué dirían Jesús y los apóstoles ante estas posturas? ¿Qué dirían los Padres de la iglesia ante esto?
Por lo tanto, un sano ecumenismo no significa entregar en bandeja de plata a nuestras masas católicas, sino permitir abrirse a posibles soluciones más allá del punto práctico. En realidad me pregunto: ¿Qué consecuencia ha tenido el “hacer ecumenismo a la ligera” como hasta ahora se pretende hacer en América latina? Hablo de hechos concretos que tú y yo conocemos: Muchos sacerdotes, religiosas, laicos comprometidos que enarbolan la bandera del “ecumenismo” y ¿Las consecuencias?
Vemos parroquias donde se ha llegado a permitir que el pastor pentecostal o evangélico predique en plena misa. Pastores protestantes que predican en grupos o movimientos eclesiales. No tengan duda alguna, en América latina no nos está funcionando el ecumenismo de la forma en que se lleva, tenemos que entender que el protestantismo que se tiene en nuestro continente no es de la línea del protestantismo-histórico.
Tenemos el problema del sectarismo. Son cosas distintas, recuerden el principio fundamental: “Distinguir para definir” y otro más preciso: “Ideas claras y distintas” (René Descartes) de lo contrario se confunden términos e ideas. El ecumenismo sugerido del Vaticano II nació como iniciativa para buscar la unidad con quien desea hacer unidad.O pregunto: ¿Se puede hacer ecumenismo (ya entendiendo bien qué cosa es) con gente que no busca la unidad? En realidad no se puede cuando una de las partes no busca lo mismo que la otra parte. Un testigo de Jehová: ¿Busca la unidad con el católico que visita diariamente? ¿Desea concordar en que María es Madre de Dios, que Dios está en tres Divinas Personas, que es correcto el culto a las imágenes, que María fue asunta al cielo? Creo que la respuesta es más que obvia: No. No buscan eso.
Y no se puede decir que son cosas secundarias cuando representan dogmas fundamentales de la fe católica. Por eso, en la práctica como mencioné antes, el ecumenismo según la forma en que se está realizando en américa latina, no es el más correcto. Con esto no quiero decir que no hay que hacer ecumenismo, al contrario: “Hacerlo con quien busca la unidad” la pregunta es: en tu entorno ¿La gente que no es católica y que te visita busca la unidad en la fe católica?
SEGUNDO: DIÁLOGO INTERRELIGIOSO. Este diálogo se realiza Ad Extra (hacia afuera) de la Iglesia. Es decir que se realiza con personas que no profesan la fe cristiana de ninguna denominación o ramificación. Por ejemplo un diálogo con los musulmanes, judíos, budistas, etc. Realmente la presencia de este tipo de diálogo en América Latina es mínimo, ya que la presencia de las grandes religiones es de un grupo reducido. Por lo tanto, la mayoría de la gente a nivel popular, no llega a tener una interacción personal con personas que sean musulmanas o judías.
De ahí entonces que dicho diálogo no tiene que confundirse ni con el ecumenismo ni mucho menos querer aplicarlo con el problema que se tiene en nuestro continente: el sectarismo. No se trata de decir que son diabólicos o hijos del diablo, eso sería faltar a la cardad. Sin embargo, hay que poner los puntos sobre las íes. Quien se considere honesto intelectualmente hablando, sabrá reconocer que no es correcto usar –por decirlo de una manera sencilla- la receta del ecumenismo o el diálogo interreligioso con el sectarismo.
Pues bien, el diálogo interreligioso busca:
1. Respeto del otro/ otra en su especificidad;
2. Conocimiento objetivo mutuo de las tradiciones religiosas y culturales de cada uno, particularmente a través de la educación.
3. Colaboración para que nuestra peregrinación hacia la Verdad se realice en la serenidad y en la libertad.
(DISCURSO DEL CARD. JEAN-LOUIS TAURAN EN LA CEREMONIA DE INAUGURACIÓN DEL CENTRO PARA EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO E INTERCULTURAL «REY ABDULLAH BIN ABDULAZIZ» (KAICIID) .Hofburg, Viena. Lunes 26 de noviembre de 2012)
A MANERA DE CONCLUSIÓN:
Ambos diálogos: ecumenismo-Interreligioso. Tiene su razón de ser dentro de las iniciativas de parte de la Iglesia, por vivir en la unidad del Cuerpo Místico de Cristo. Pero debemos preguntarnos antes: “La realidad que vivimos en nuestros ambientes: ¿permite que se realice dichos diálogos? En definitiva hacer diálogo interreligioso con las sectas en lo práctico, no funciona. Hacer ecumenismo como se realiza actualmente, tampoco no nos está funcionando. ¿Por qué será? ¿Acaso no será que no estamos haciendo bien las cosas?
En mi opinión –muy personal y basado en mi experiencia como misionero- no puede hacerse un correcto y sano ecumenismo sin hacer uso de la Biblia, como si los documentos eclesiales (cartas apostólicas, exhortaciones, encíclicas, etc.) fuera recetas mágicas. Todas ellas siempre tendrán su fundamento y razón en la Divina Revelación contenida en las Sagradas Escrituras y la Tradición Apostólica.
Si en nuestro país (piensa en el tuyo personalmente) existiera una mayoría de Iglesias Ortodoxas, o de Ritos orientales, creo que podría realizarse fructíferamente un buen ecumenismo, no proselitista. Pero vivimos una realidad del sectarismo, cosa distinta. Por lo tanto ¿Qué hacer cuando alguien cuestiona dogmas fundamentales de la fe católica? ¿Callar para no parecer intolerante? Hacer esto es justamente faltar al mandamiento de la caridad. Corregir al que está mal, es parte de la caridad. No hacerlo, es pecar de omisión.
Finalmente quiero decir que cuando exista la posibilidad de poder realizar el ecumenismo serio, no de chiste o para pasarla bien; es necesario realizarse. Pero cuando existan ataques frontales contra la fe católica, es necesario usar la apologética, que incluso si se usará sanamente, evitaría problemas mayores al ecumenismo. Ya que la apologética es una medida preventiva, una vacuna que previene una enfermedad. El ecumenismo es un tratamiento a una enfermedad ya sufrida. ¿Qué se prefiere? ¿Prevenir la enfermedad o batallar, sufrir a veces morir en la enfermedad?