Estimado P. Amatulli:
Queremos felicitarlo por la preocupación, entusiasmo y compromiso que tiene con la Iglesia. Hemos leído, en “Iglesia y Sectas” de Octubre de 2005, su Carta Abierta a los Señores Curas, titulada El Buen Pastor y el Mercenario.
Seguramente esta Carta habrá cuestionado a muchos sacerdotes, llevándolos a una auto-evaluación de su ministerio sacerdotal. Seguramente cada uno tomará lo que le corresponde y, si es dócil a la Palabra de Dios, actuará como el Buen Pastor.

A nosotras, su Carta nos ha ayudad a tener ideas más claras; nos ha enseñado a distinguir al Buen Pastor, que se preocupa por las ovejas, dando respuesta a sus interrogantes, que es capaz de dar la vida por ellas, para que no se dispersen ni las destroce el lobo. El Mercenario, que también puede ser llamado mal pastor, huye ante el lobo, sin importarle que las ovejas sean devoradas o se dispersen. Prefiere su comodidad y abandona a las ovejas a su suerte.
Nos duele decirlo, pero hay sacerdotes que se comportan como el mercenario del Evangelio, que usted presenta también en su Carta. Están acostumbrados a vivir con comodidad, sin salir de la oficina parroquial, solamente distribuyendo las sacramentos superficialmente y sin darse cuenta de que la gente necesita su ayuda para vivir adecuadamente la fe. Además, muchas de estas ovejas, desatendidas por sus legítimos pastores, son “atendidas” por grupos no católicos, que las apartan de la única Iglesia de Cristo. Mientras pasa esto, el “mercenario” duerme sin ninguna preocupación, descuidando la misión que Cristo y la Iglesia fundada por él, le han encomendado (Mc 16, 15; 2Tim 4, 1-5).
Posiblemente muchos sacerdotes, seminaristas, religiosos (as) y laicos han leído su Carta y se han sentido interpelados por ella. Esperamos que, al reflexionarla, entiendan mejor la situación y actúen en consecuencia. Ojalá no sea demasiado tarde.
Le aseguramos que ésta labor que usted realiza, escribiendo, cuestionando, animando… no es estéril. Usted no está sembrando en el mar, sino en tierra fértil, en donde pronto germinará la semilla, hasta dar fruto abundante.
Afectuosamente,
Florencia, Rita, Floridalma y María Tomasa,
Novicias de la Generación 2005-2006.
Instituto Misionero
«Apóstoles de la Palabra».