atenderA veces se oye decir: “aunque mi parroquia sea bastante grande, de todos modos, sabiéndome organizar, yo puedo atender bien a toda la gente”.

Atender, ¿en qué sentido? En el sentido de que puede bautizar y casar por la Iglesia a todos los que lo soliciten. Ahora bien, ¿es suficiente esto para que se pueda hablar de una adecuada atención pastoral? ¿Y la formación en la fe?

¿Y el pastoreo, que implica un acompañamiento personalizado?

La costumbre nos está volviendo ciegos. Puesto que siempre se hizo así, la situación parece normal. Y la Palabra de Dios ¿qué dice al respecto? El buen pastor conoce a sus ovejas una por una (Jn 10, 3). Si nos dejamos cuestionar por la Palabra de Dios, ¡cuántas cosas tendremos que cambiar dentro de la Iglesia!

Tenemos que dejar a un lado el concepto de Iglesia como agencia de ceremonias, a la que se acude por algún rito especial. En realidad, el ser discípulo de Cristo no es cuestión de ritos, sino de vida, es decir, una manera de vivir. Por lo tanto, es indispensable poder contar con alguien, que ayude a uno a sortear con mayor facilidad las distintas dificultades que se le presentan, en un plan de discernimiento y apoyo.

Como todos necesitamos que alguien nos asesore en el campo de la salud física, lo mismo tiene que pasar en lo espiritual. Es necesario que alguien nos oriente e impulse para que podamos avanzar. Como dice un refrán, “cuatro ojos ven mejor que dos”. Y como en el campo de la salud física no es aconsejable una automedicación total, lo mismo tiene que pasar en lo espiritual. Es siempre oportuna la presencia de alguien, que nos ayude a ver las cosas con más realismo y nos ayude a no desanimarnos en las pruebas.

Claro que fácilmente viene la pregunta: “¿De dónde sacar los fondos necesarios para que haya en la Iglesia tanta gente capacitada y encargada para realizar esta labor?” Y se opta por seguir como antes, sin enfrentar el problema y dejando masas enormes de católicos sin orientación ni apoyo, ante el acoso de falsos pastores que fácilmente los convencen y se los llevan.

¿Dónde está la raíz del problema? En el desconocimiento de las Escrituras y en dejarse guiar por una mentalidad puramente humana, hecha de egoísmo y desinterés por el bien de los demás. ¿La solución? Una verdadera confianza en Dios, lanzándose a cualquier aventura con tal de ser fieles a su voluntad.

 

“Que cada Iglesia particular ofrezca a los fieles una atención religiosa más personalizada”. (Ecclesia in America, 73).

 

 

REFLEXIÓN

1. Como católico, ¿te sientes acompañado personalmente por algún miembro de la Iglesia capacitado para eso?

2. ¿No te gustaría que alguien te apoyara en los momentos difíciles de la vida?

 

Envíanos tus comentarios a padrejorgeluisfmap@outlook.com