Perspectiva bíblica y católica
1. Un fenómeno antiguo y actual
Desde las culturas más antiguas, la humanidad ha buscado influir en la realidad por medios misteriosos: hechizos, conjuros, adivinación, pactos con “fuerzas” invisibles. La Biblia llama a esto brujería, magia o hechicería. Aunque algunos lo vean como folclor o simple curiosidad, la Sagrada Escritura lo denuncia como una rebelión contra Dios, porque pretende sustituir su providencia con poderes contrarios a Él.
Hoy, prácticas como el tarot, la “magia blanca”, limpias, amuletos, santería, wicca o espiritismo son presentadas a menudo como “espirituales” o “inofensivas”. Sin embargo, la Iglesia Católica mantiene una enseñanza clara y coherente que se apoya en la Palabra de Dios.
2. La voz de la Biblia: un rechazo frontal
Antiguo Testamento
• Deuteronomio 18,10-12: “No se halle en ti… quien practique adivinación, hechicería, encantamientos o consulte a los muertos. Porque el Señor abomina a quien hace estas cosas”.
• Levítico 19,31: “No se vuelvan a los nigromantes ni a los adivinos: yo soy el Señor su Dios”.
Estas prohibiciones no son simples tabúes culturales: Israel reconoce que la brujería abre la puerta a fuerzas espirituales enemigas de Dios.
Nuevo Testamento
• Gálatas 5,19-21 enumera las “obras de la carne”, incluyendo la hechicería (pharmakeia), y advierte que “quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios”.
• Hechos 8,9-24 narra la historia de Simón el Mago, quien pretende comprar el don del Espíritu; Pedro lo reprende con firmeza.
• Apocalipsis 21,8 advierte que los “hechiceros” tendrán parte “en el lago que arde con fuego”.
La Escritura ve la brujería no como juego inocente, sino como alianza con fuerzas que apartan del Dios verdadero.
3. Enseñanza de la Iglesia Católica
El Catecismo de la Iglesia Católica es explícito:
• 2116: “Todas las formas de adivinación deben rechazarse: recurso a Satanás o a los demonios, evocación de los muertos…”.
• 2117: “La magia o hechicería… contradice la virtud de la religión, porque pretende domesticar poderes ocultos para ponerlos al propio servicio”.
La Iglesia no niega que haya fuerzas preternaturales; afirma que quien se abre a ellas se expone a la influencia del Maligno. Por eso distingue entre fenómenos naturales (que la ciencia estudia) y prácticas que invocan deliberadamente poderes espirituales contrarios a Dios.
4. La verdadera libertad en Cristo
El Evangelio no se limita a prohibir: ofrece un camino de liberación. Jesús venció definitivamente a Satanás con su muerte y resurrección (cf. Col 2,15).
Los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Reconciliación, son la verdadera “protección espiritual”.
La oración, la Palabra de Dios y la vida en gracia son el auténtico escudo del cristiano (Ef 6,10-18).
Frente a quienes buscan control o seguridad en amuletos, la fe proclama que la providencia de Dios basta: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?” (Sal 27,1).
5. Orientación pastoral
• Evangelizar con claridad y caridad: No basta con condenar; hay que anunciar que en Cristo hay perdón y nueva vida.
• Acompañar a quienes han practicado estas cosas, ofreciéndoles el sacramento de la reconciliación, dirección espiritual y, cuando se requiera, el ministerio de liberación de la Iglesia.
• Formar a los fieles, especialmente a jóvenes, para discernir entre entretenimiento cultural y prácticas que abren la puerta al mal.
Conclusión
La brujería, ayer y hoy, promete poder, pero conduce a esclavitud. La Biblia y la Iglesia la rechazan no por miedo irracional, sino porque el único Señor de la vida es Dios.
El cristiano no necesita amuletos ni conjuros: tiene el signo de la cruz, la fuerza de los sacramentos y la certeza de que “el que está en ustedes es más fuerte que el que está en el mundo” (1 Jn 4,4). La verdadera “magia” es el amor de Cristo, que transforma el corazón y da la libertad que ningún hechizo puede ofrecer.