Hacia una pastoral catequética apologética y sanadora del corazón creyente
Así como la pandemia sanitaria obligó al mundo a reforzar protocolos de higiene y prevención, la Iglesia está llamada hoy a reforzar su pastoral catequética ante la pandemia espiritual del relativismo, el sectarismo y la ignorancia religiosa. Es tiempo de una catequesis extrema, vigorosa y bíblicamente fundamentada, que vacune la fe de los creyentes contra los virus de la confusión y la división, y los haga testigos lúcidos y alegres del Evangelio de Cristo.
Por el padre Jorge Luis Zarazúa Campa, fmap
padrejorgeluisfmap@hotmail.com
I. De los protocolos sanitarios a los protocolos de la fe
Antes de la pandemia, todos conocíamos las normas básicas de higiene. Sin embargo, con la llegada de aquel oscuro episodio que amenazó la vida humana, los protocolos se volvieron más rigurosos, sistemáticos y vitales. Ignorarlos equivalía a poner en riesgo la propia vida.
Algo semejante sucede hoy en el ámbito de la fe. La Iglesia siempre ha tenido catequesis para el Bautismo, la Primera Comunión y la Confirmación, pero estamos en tiempos de pandemia espiritual. Desde hace décadas nos azota una plaga silenciosa y mortal: el proselitismo sectario, las doctrinas superficiales, los “evangelios alternativos” y los falsos maestros que pervierten el corazón creyente.
El apóstol san Pablo ya lo advertía con dramatismo profético:
“Vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la sana doctrina… apartarán el oído de la verdad y se volverán a las fábulas.”
(2 Timoteo 4,3-4)
“Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué… por el cual también sois salvados, si lo guardáis tal como os lo anuncié.”
(1 Corintios 15,1-2)
II. La plaga del proselitismo y la urgencia de una respuesta pastoral
El proselitismo sectario es una verdadera pandemia espiritual que ha diezmado la fe católica durante décadas. Y, sin embargo, muchos seguimos actuando como si nada pasara, repitiendo catequesis de otra época, pensadas para un mundo donde todos eran culturalmente católicos y el ambiente era de consenso religioso.
Hoy la realidad es otra: los jóvenes son blanco de múltiples ideologías, el mercado espiritual ofrece “dioses a la carta” y las redes sociales difunden “evangelios personalizados”.
Ante esta crisis, no basta una pastoral rutinaria; se necesita una pastoral catequética audaz, apologética y testimonial, capaz de sanar las heridas de la fe y formar creyentes sólidos.
III. Catequesis extrema para tiempos extremos
La fe no se conserva con métodos antiguos frente a amenazas nuevas. En la medicina, cuando surge una enfermedad desconocida, se crean vacunas adecuadas.
De igual manera, la nueva evangelización exige catequesis extremas, es decir, catequesis proporcionales al peligro que vivimos.
Esto no significa catequesis “duras” o cerradas, sino claras, integrales y apasionadas por la verdad.
El Papa Francisco lo expresó así:
“La catequesis no es una comunicación de ideas, sino la transmisión de una experiencia de fe” (Directorio para la Catequesis, n. 55).
Por tanto, necesitamos catequistas con identidad católica firme, capaces de unir razón y amor, de responder con serenidad a las objeciones, y de mostrar que la fe no teme al diálogo porque se funda en la verdad.
IV. Apologética: el “protocolo” de defensa de la fe
Así como los médicos emplean protocolos para salvar vidas, la Iglesia necesita protocolos apologéticos para proteger la fe.
No se trata de discutir, sino de defender con caridad y firmeza la esperanza que llevamos dentro (cf. 1 Pe 3,15).
Cada catequesis debe ser también una escuela de discernimiento y fidelidad.
Los catequistas han de aprender a usar la Biblia correctamente, a enseñar a los fieles a amar la Palabra de Dios bajo la guía de la Iglesia, y a desenmascarar los errores que debilitan la comunión eclesial.
Solo así formaremos discípulos maduros que no se dejen arrastrar por cualquier viento de doctrina.
V. Confirmar la fe, no solo el sacramento
Cuando los confirmandos se presenten ante el obispo, no deberían responder “Amén” por inercia, sino con plena conciencia del don que reciben.
El sacramento de la Confirmación no puede reducirse a un rito social o de graduación, sino que debe ser un envío consciente a testimoniar la fe en un mundo hostil.
Por eso urge una catequesis que forme convicciones, no solo costumbres; discípulos, no solo asistentes. La Confirmación debería ser el punto de partida de una vida misionera, no el punto final del proceso catequético.
VI. Una sola golondrina no hace verano
Hace falta una conversión pastoral.
Una sola voz no basta: deben levantarse muchos catequistas, pastores y laicos comprometidos que reconozcan la gravedad de la crisis y la urgencia de una respuesta creativa.
No podemos permitir que la fe de nuestras comunidades siga siendo superficial y vulnerable.
¡Es tiempo de proclamar con fuerza y alegría: “Viva Cristo Rey”, Rey de la verdad, de la fe íntegra y de los corazones firmes en el Evangelio!
Conclusión pastoral
La pandemia espiritual no se supera con miedo, sino con fe lúcida, comunión eclesial y renovación catequética.
El Espíritu Santo sigue soplando en la Iglesia y llamando a sus pastores y catequistas a una nueva valentía misionera.
Así como la ciencia médica se fortaleció en la crisis sanitaria, también la Iglesia debe salir de esta hora con una catequesis más viva, bíblica, apologética y sanadora.
Porque solo una fe bien formada puede resistir el contagio del error y contagiar al mundo con la alegría de Cristo.







