El México mayoritariamente católico y cien por ciento guadalupano, va quedando atrás.

Por Jorge Luis Zarazúa Campa, fmap

 

diversidadLos resultados definitivos del XII Censo General de Población y Vivienda 2000, con ligeras variaciones con respecto a los resultados preliminares, arrojan resultados muy interesantes en el rubro Religión. En efecto, nos presentan un nuevo rostro de México, que va más allá de los estereotipos y los lugares comunes, que sin embargo se resisten a alejarse de nuestro lenguaje y del imaginario eclesiástico.

En realidad, con documentos en la mano, podemos afirmar que el México mayoritariamente católico y cien por ciento guadalupano, va quedando atrás, aún cuando la población mexicana continúa siendo predominantemente católica (87.99%), es evidente la presencia cada vez mayor de otros grupos religiosos, principalmente evangélicas, así como la de personas que declaran no profesar religión alguna.

La disminución de la presencia de católicos tiene claramente una referencia regional, ya que se presenta en mucho mayor medida en el sureste del país (Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo) y predominantemente dentro de localidades rurales. Es de esperar que en el futuro inmediato continúe avanzando.

Pluralismo religioso en ascenso

Es lo primero que salta a la vista al estudiar los resultados del censo. Aunque los datos publicados no nos revelan todo este pluralismo, puesto que los nombres de las denominaciones no se nos muestran en toda su amplitud, sin embargo, nos dejan entrever esta diversidad religiosa.

Faltó precisar, por ejemplo, lo relativo a otras religiones, en las que seguramente se encuentran algunas religiones orientales y, posiblemente, el Islam. Esta categoría abarca el 0.31% de la población; es decir, poco más de 260 mil personas.

Por lo que se ve, la diversidad religiosa llegó para quedarse.

Disminución del número de católicos

El 87.99% de la población de 5 años en adelante se confiesa católica. Lo que representa una notable disminución con respecto al Censo de 1990, en el que un 90.2% decía pertenecer a la religión católica.

Esto nos sigue revelando que la Iglesia católica tiene serios problemas pastorales a la hora de atender al pueblo católico y que es urgente hacer realidad la Nueva Evangelización, tan auspiciada por Juan Pablo II y multicitada en los documentos y discursos eclesiales.

Aunque los datos del censo podrían hacernos pensar en un catolicismo compacto y homogéneo, no es así, pues debe tomarse en cuenta el fenómeno muy marcado de la doble o triple pertenencia, que se nos revela sobre todo en el catolicismo popular: culto a la santa muerte, espiritismo, espiritualismo trinitario mariano y muchas formas de sincretismo con cierta impronta católica (fidencismo, el culto a Jesús Valverde, etc.) presentes a lo largo y ancho de la República mexicana.

Las Iglesias históricas

Por lo general se trata de entidades eclesiásticas abiertas al diálogo ecuménico, aunque en el caso mexicano empiezan a realizar proselitismo, precisamente entre nuestros feligreses. Incluso algunas de ellas cuentan entre su jerarquía a algunos excatólicos.

La membresía de las iglesias históricas representan menos de 0.8 % de la población mexicana. Por eso llama la atención que existan comisiones (evidentemente necesarias) a nivel de conferencia episcopal y diocesana para el diálogo ecuménico, mientras brillan por su ausencia las comisiones para hacer frente al creciente proselitismo de las más variadas asociaciones religiosas presentes a lo largo y ancho del país.

Avance de los grupos pentecostales
y neopentecostales

Los grupos pentecostales y neopentecostales fueron englobados por los responsables del censo en una misma categoría, la de iglesias protestantes y evangélicas, compartiéndola con las iglesias históricas y la Luz del mundo.

Pues bien, un examen atento nos muestra que los grupos evangélicos, pentecostales y neopentecostales están avanzando a pasos agigantados, pues juntos representan el 84.02 % de su categoría, es decir, unas 3,768,831 personas.

La cifra aumentaría en unos 488,945 evangélicos más, si añadimos a esta categoría a los adventistas del séptimo día, que por un notorio lapso del INEGI, fueron contabilizados en otra categoría, la de las bíblicas no evangélicas, a la par de los testigos de Jehová y los mormones.

Los grupos que nos ocupan, tienen una movilidad sorprendente. Por cierto, su éxito podría explicarse en cierta medida por los múltiples espacios que están utilizando en los medios de comunicación masiva, especialmente en la radio.

Evangélicos

Cuentan con una membresía cercana a dos millones trescientos mil feligreses. Es decir, poco más del 51% de los que se enmarcan en la categoría de Protestantes y evangélicas.

A pesar de que se presenta a la iglesia evangélica como la minoría religiosa más importante del país, conviene señalar que en realidad se trata de denominaciones muy diferentes entre sí, aunque con algunos elementos doctrinales en común, que les permite una gran capacidad de multiplicación puesto que aprovechan los liderazgos laicales y a su estrategia proselitista que privilegia la conformación de pequeños grupos, denominados «células», «estudios bíblicos» o «centros de predicación».

La Luz del Mundo:
inflando el número de integrantes

Es oportuno recordar que a causa de los escándalos y las acusaciones por abusos sexuales en que se vio envuelto su líder, el hermano Samuel Joaquín, las denominaciones evangélicas marcaron su distancia de los aaronitas, esto es, los integrantes de la Luz del mundo.

Sin embargo, como informé oportunamente (cfr. ZARAZÚA CAMPA, Jorge Luis, «La Luz del Mundo»: estadísticas infladas, en «Iglesia y Sectas» 37, México 2001, p. 16), el censo reveló que los dirigentes de esta organización religiosa han inflado el número de sus miembros, seguramente a causa de su relación con el PRI, partido por el que votaban corporativamente a cambio de algunos beneficios.

Los testigos de Jehová

A pesar de que ha disminuido su ritmo de crecimiento en México (cfr. CARRERA, Antonio, Los testigos de Jehová están disminuyendo, en «Iglesia y Sectas» 37, México 2001, p. 16) su presencia sigue siendo significativa.
En efecto, gracias a su organización empresarial y a su proselitismo sistemático, realizado especialmente a través de las visitas domiciliarias, este grupo religioso ha logrado sacar de nuestras filas a poco más de un millón de católicos.

Seguramente ha contribuido a esto la difusión de literatura atractiva y accesible, no sólo por la calidad de papel e impresión, sino por las múltiples referencias bíblicas y los testimonios que en ella aparecen. No podemos dejar de señalar la disponibilidad con que ofrecen sus cursos bíblicos en los hogares y que representa una ventaja más para este activo grupo religioso.

Los mormones

Sus lugares de reunión forman parte ya del rostro de nuestros pueblos y ciudades y cada día se hacen más frecuentes. De pronto descubrimos uno cerca de nuestro entorno.

Sin embargo, representan sólo el 11.67% en su categoría, es decir, la de bíblicas no evangélicas (por cierto, categoría ausente en los censos anteriores), muy por debajo de los testigos de Jehová y de los adventistas del séptimo día.

Los que se declaran sin religión

Sin duda alguna, uno de los aspectos más cuestionantes de presente censo es el de los que se declaran sin religión, puesto que se trata de un fenómeno creciente. Actualmente representan el 3.25% de la población, significativamente arriba de las iglesias históricas, el judaísmo los bíblicos no evangélicos y los de otras religiones.

Seguramente se trata de un fenómeno que dará mucho quehacer a la Iglesia y a los estudiosos sociales. En este sentido, conviene notar la falta de acercamientos científicos por parte de estudiosos y de universidades católicas a este fenómeno y al crecimiento exponencial de los grupos no católicos, por encontrase abocados esencialmente a estudiar otras problemáticas, con la mirada puesta en la cuestión europea, africana, asiática y norteamericana (diálogo interreligioso y ecumenismo), y no propiamente latinoamericana (proselitismo religioso).

Algunas reflexiones

• No podemos seguir ignorando el creciente avance de las sectas o mirando desde la barrera, como simples espectadores.

• O, si lo prefieren, enfoquemos el fenómeno desde otra perspectiva: no podemos ser eternamente indiferentes a los católicos que se alejan de la Iglesia. En efecto, sí las sectas crecen, no es por generación espontánea; crecen precisamente a costa de los católicos.

• No es suficiente el diálogo ecuménico ni interreligioso. En nuestro contexto es necesaria la nueva apologética, que precisamente tiene como finalidad principal fortalecer al católico, ofreciéndole los elementos necesarios para conocer y amar la propia fe, y los recursos que le permitan conocer la respuesta a las objeciones más comunes de las sectas, para que no los agarren desprevenidos.

• Si no les gusta la expresión nueva apologética, no hay ningún problema. Podemos llamarle simplemente «información religiosa» o de alguna otra forma que les parezca conveniente.

• Lo importante es que exista un ministerio especial, cuya tarea sea fortalecer la fe de los católicos, mediante cursos bíblicos, difusión de literatura adecuada, visitas domiciliarias y todo lo que nuestro amor al hermano y la propia creatividad nos permita.

• De hecho, se trata de aprovechar todas las iniciativas y las oportunidades para «ayudar a los que tienen dudas» (cfr. Judas 22) e ir en busca de la oveja perdida (Lc 15,4-6), a ejemplo del Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas (Jn 10,11-15).

• Al mismo tiempo, se hace necesario educar a nuestro pueblo en la tolerancia, el respeto a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa, conscientes de que en este nuevo contexto que vivimos, urge delinear el nuevo rostro del católico, orgulloso de formar parte de la única Iglesia que fundó Cristo (Mt 16,18) y, al mismo tiempo, respetuoso de aquellos que profesen otra creencia religiosa, piensen distinto o se declaren sin religión.

Conclusión:

México, siempre fiel

En vez de escudarnos en un triunfalismo exagerado, pongamos los pies sobre la tierra. Como señalé arriba, el México mayoritariamente católico y cien por ciento guadalupano va quedando atrás. Si queremos que el lema «México, siempre fiel», multicitado en las distintas visitas del Sucesor de Pedro a nuestro país, siga siendo una realidad, vayamos en busca de la oveja perdida.