Por el padre Jorge Luis Zarazúa Campa, FMAP
jorgeluiszarazua@hotmail.com
En una época marcada por el escepticismo y la secularización, el papa León XIV ha recordado que el servicio del exorcista es “delicado”, pero “más necesario que nunca”. Un mensaje que conviene meditar, no sólo para quienes ejercen ese ministerio, sino para toda la Iglesia, pues involucra dimensiones profundas del combate espiritual, de la misericordia pastoral y de la fidelidad al Evangelio. 
1. El exorcista como ministro de liberación y consolación
El Pontífice lo expresó con claridad en la XV conferencia de la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE): el exorcista vive un ministerio que conjuga liberación y consolación. 
• Liberación, pues interviene allí donde se percibe una opresión espiritual, una presencia del mal que parece trascender lo psicológico o lo cultural, y que necesita la fuerza de Cristo.
• Consolación, porque más allá de “sacar demonios”, se trata de sanar las heridas humanas, acompañar el sufrimiento, mostrar que Dios no abandona al que sufre, incluso cuando lo que padece escapa a lo fácilmente visible.
El exorcista, entonces, no es un especialista aislado, sino un servidor pastoral: ora, escucha, acompaña, instruye, sostiene la fe, la esperanza y el sentido de responsabilidad espiritual en comunidades heridas.
2. “Delicado”: los riesgos y la exigencia espiritual
Decir que el ministerio es “delicado” no es una advertencia meramente honorífica. Implica reconocer peligros concretos:
• El riesgo de lo sensacionalista o lo supersticioso, cuando el ministerio se presenta como espectáculo, o cuando exageraciones mediáticas distorsionan la realidad espiritual.
• El riesgo del error pastoral: confundir sufrimientos psicológicos, enfermedades mentales o situaciones sociales con posesión espiritual, si no hay discernimiento.
• El agotamiento espiritual del ministerio: el exorcista es sacerdote, persona humana, con límites, fragilidades, necesidad de oración, dirección espiritual, apoyo fraterno.
Por eso es delicado: requiere humildad, formación, supervisión espiritual constante, certeza de fe, y estar muy arraigado en la oración y en los sacramentos.
3. “Más necesario que nunca”: por qué el ministerio sigue siendo urgente
El Papa señala que, en nuestro mundo secularizado, el exorcismo no es una reliquia del pasado ni algo opcional. 
Entre las razones que se pueden discernir:
• La multiplicación de la soledad espiritual y del vacío de sentido en muchas personas, que buscan explicaciones en lo oculto, en lo esotérico, en lo paranormal, a falta de un acompañamiento sano de fe.
• La expansión mediática de prácticas de ocultismo, superstición, espiritismo, creencias populares que muchas veces invitan a lo que la fe católica considera “puertas abiertas” al mal espiritual.
• La búsqueda de experiencia espiritual auténtica: muchos fieles sienten la necesidad de confrontar el mal, de anunciar la victoria de Cristo sobre las tinieblas, no solo en discursos, sino en gestos sacramentales de liberación.
En este contexto, el ministerio del exorcista se convierte en servicio esencial, no marginal.
4. Lo comunitario y lo pastoral: cómo acompañar este ministerio en la Iglesia local
Para que este servicio no quede reducido a pocos o aislados, conviene pensar en cómo la Iglesia local puede sostenerlo:
• Formación especializada: no cualquier sacerdote puede ejercerlo sin preparación ni acompañamiento. Conocimiento teológico, espiritual, psicológico, discernimiento de los casos.
• Red de apoyo espiritual y humano: dirección espiritual para el ministerio del exorcista; espacios de desahogo y reflexión fraterna, pues lo espiritual implica también enfrentarse con lo invisible, lo doloroso, lo confrontador.
• Discernimiento riguroso: verificar que detrás de manifestaciones supuestamente demoníacas no haya problemas de salud mental, abusos, traumas, condicionamientos culturales, etc.
• Comunicación prudente y veraz: evitar el morbo; informar con honestidad a los fieles; educar para que la fe no dependa del sensacionalismo sino del encuentro con Cristo liberador.
• Acompañamiento a los afectados: aquellos que sienten ser víctimas necesitan cuidado pastoral, oración, sanación, no solo en su dimensión espiritual sino a menudo emocional, psicológica y social.
5. La dimensión teológica del combate espiritual
Este ministerio toca un tema central en la teología cristiana: la realidad del mal, su influencia concreta, la victoria de Cristo, la necesidad de discernimiento espiritual.
• El exorcismo nos recuerda la enseñanza bíblica: Satanás no es solo figura simbólica, sino persona espiritual real, adversario de Dios y de la humanidad.
• También nos recuerda la victoria ya obrado por Cristo —su Pasión, Muerte y Resurrección— victoria que es proclamada y experimentada incluso ahora. El ministerio del exorcista “hace visible” esa victoria en quienes sufren opresión espiritual.
• Finalmente, nos habla de la oración, los sacramentos, la presencia activa del Espíritu Santo. No hay exorcismo sin fe, sin gracia, sin comunión con Cristo, sin el poder de la sangre de Cristo.
Conclusión: una Iglesia vigilante, compasiva y esperanzada
El llamado del Papa León XIV a reconocer la delicadeza y la necesidad del ministerio del exorcista no es sólo para estos sacerdotes, sino para toda la Iglesia.
La Iglesia debe ser:
• vigilante, pues el mal existe y obra, muchas veces de modos sutiles;
• compasiva, pues quienes sufren necesitan que su dolor sea escuchado, acompañando con oración, sacramentos, cercanía pastoral;
• esperanzada, pues la fe católica afirma que Cristo ya ha vencido, y nosotros vivimos en esperanza de esa victoria plena.
Que los fieles no tengan miedo de lo espiritual; que los pastores sepan guiar con valentía pero con humildad; que el ministerio del exorcismo no se convierta en tabú ni en espectáculo, sino en testimonio creíble del poder salvador de Dios. https://www.religionenlibertad.com/vaticano/250925/leon-xiv-advierte-papel-exorcistas-delicado-necesario-nunca_114158.html