En efecto, el Documento de Aparecida es muy incisivo cuando examina la compleja realidad socio-económica y política, en la que están inmersos los discípulos de Cristo, pero la falta esa garra cuando habla de la realidad eclesial, que presenta en forma idílica. Recuerda esos documentos y discursos gubernamentales que, cuando uno los escucha, inmediatamente piensa: “¿De qué país está hablando el presidente de la República?”.
Parece que se da más importancia a un eventual pacto de no agresión entre las distintas tendencias presentes en el Episcopado de América Latina y el Caribe, que a un esfuerzo sincero por conocer la realidad eclesial en que viven los católicos de nuestro Continente, para responder a sus desafíos pastorales. Hasta la así llamada teología de la liberación dejó su huella en el documento conclusivo, como signo de apertura a todas las líneas pastorales y tendencias de pensamiento.
Pues bien, el P. Amatulli toma como punto de partida el éxodo masivo de católicos hacia las más variadas propuestas religiosas y hacia el indiferentismo religioso como una clave fundamental para examinar la realidad eclesial, no sólo por el creciente avance de estas tendencias en la sociedad contemporánea, sino por lo que revela acerca de la situación de la Iglesia católica en general.
Hoy que hablamos tanto de los signos de los tiempos, que hay que examinar a la luz del Evangelio y de la actividad pastoral de la Iglesia, no hemos tomado en cuenta uno de los signos más relevantes y reveladores: millones de católicos han abandonado la Iglesia y un alto porcentaje de los que permanecen en ella viven al margen de la institución eclesial.
Esto nos revela que la actividad de la Iglesia ha sido sumamente deficiente, pues sólo atiende a un reducido número de su feligresía; la catequesis parece más una escuela de desertores que una actividad que forme discípulos de Cristo; la escasez de ministros ordenados y de catequistas laicos competentes es preocupante; las suspicacias sobre la administración de los dineros de la Iglesia; el clericalismo que campea en las relaciones entre los pastores de la Iglesia y los fieles es endémico y se traduce en autoritarismo e imposición, que provoca profundos malestares en la feligresía.
El folleto resulta sumamente útil, porque nos ofrece líneas de acción pastoral para que podamos atender debidamente al pueblo de Dios.