El éxito de las sectas no está en su grado de fidelidad al Evangelio de Cristo, sino en su manera de enfrentar el problema de la evangelización, utilizando todos los medios posibles, como cualquier empresa de tipo profano.

Al observar la manera de ser y actuar de los católicos y los miembros de los grupos sectarios, notamos enormes diferencias. Tratemos de analizarlas.

Enfoque

Mientras en la Iglesia Católica se privilegian el ser, la mente y el conocimiento, en los grupos sectarios se privilegian el quehacer, el corazón y la experiencia. Para nosotros, lo que más vale es la teoría (el aprendizaje); para ellos, la práctica (el entrenamiento). Nosotros buscamos la excelencia académica; ellos la excelencia pastoral.

¿Queremos preparar un grupo para una misión? Pronto organizamos un curso (teórico) sobre la Evangelii Nuntiandi. ¿Hay problemas de pobreza? Un curso sobre la Doctrina Social de la Iglesia.

¿Hay problemas de sectas? Un curso acerca de la diferencia entre iglesias y sectas, cultos, etc. ¿Y la práctica? Brilla por su ausencia. Normalmente en nuestros centros formativos la pastoral es la cenicienta entre todas las asignaturas.

Cristiano ideal ristiano ideal

Para nosotros, el cristiano ideal es el teólogo, el que más conoce el misterio de Dios y su plan de salvación; para las sectas, el discípulo de Cristo ideal es el apóstol, el que da a conocer a Cristo y salva almas. De hecho, entre nosotros, normalmente los rectores de los seminarios y los obispos salen de entre los teólogos, con una práctica pastoral muy raquítica.

Criterios de acción

Para nosotros católicos, los criterios supremos de acción son la verdad, la fidelidad y el amor; para los grupos proselitistas son la eficacia, el éxito y la conquista. Para ellos, no importa si un método es lícito o ilícito. Si sirve para conquistar gente, es bueno. Piensan: “Si tenemos éxito, quiere decir que vamos bien, lo quiere Dios, Dios está con nosotros” (Influjo calvinista). En el fondo, el fin justifica los medios.

Perspectiva espacio-temporal

Para nosotros católicos, existe la conciencia clara de que cada generación representa un puente entre el pasado y el futuro, con un compromiso muy preciso: recibir la herencia del depósito revelado y cuidarla, para poder transmitirla íntegra a las futuras generaciones, en la línea de la fidelidad.

Para las sectas, lo que importa es el presente: qué hacer aquí y ahora para conquistar gente. No importa si en otro lugar lo mismo está prohibido o en otros tiempos era considerado malo. Espontaneidad. Adaptación de la doctrina a las circunstancias concretas.

Para buscar legitimidad, no tienen reparo en apoyar a regímenes totalmente contrarios: sandinismo en Nicaragua, pinochetismo en Chile, comunismo en Cuba, etc.

Moralidad

Para nosotros abarca toda la persona, en todas sus áreas y en todos los ámbitos, interno y externo, mientras para las sectas importa más el aspecto externo. Parcialidad. Superficialidad. Fariseísmo.

Texto básico

Para nosotros es el catecismo; para ellos es la Biblia. Una Biblia que en muchos casos se reduce a ciertos textos seleccionados para afianzar sus puntos de vista. De todos modos, por este aspecto, se crea en ellos un sentido de superioridad y en nosotros católicos un complejo de inferioridad.

Aquí está un grande reto para nosotros católicos: hacer de la Biblia el texto básico y del catecismo un subsidio en todo lo que concierne a nuestra vida espiritual y moral, el punto de referencia obligado para todo lo que tiene que ver con nuestra fe. Así sacaremos a las masas católicas del bache cultural en que se encuentran en el campo religioso y al mismo tiempo construiremos una plataforma común para la vivencia litúrgica, la espiritualidad y la acción pastoral.

Que la Biblia no sea un adorno o un pretexto para justificar posturas teológicas o acciones pastorales determinadas, sino la inspiración fundamental de toda la vida de la Iglesia y sus miembros. Así se evitarán aberraciones, basadas sobre tal o cual interpretación de un texto bíblico aislado, un documento pontificio o un autor de renombre. Más que buscar en la Biblia un apoyo para afianzar el propio punto de vista, es necesario aprender a resolver cualquier problema relacionado con la fe, partiendo de la Biblia vista en sintonía con los Santos Padres, los doctores de la Iglesia y el Magisterio.

Estilo

Nuestro estilo es esencialmente profético, mientras el estilo de las sectas es esencialmente empresarial. Es suficiente analizar los documentos de los concilios, los papas, los obispos, los institutos religiosos, etc., para darnos cuenta de que son esencialmente doctrinales y exhortativos; mientras los documentos de las sectas son esencialmente operativos, con planes concretos de acción (Cf. El
Programa Amanecer
).
En nuestros documentos se cuida mucho la lógica interna, la visión completa y unitaria de los distintos temas que se tratan y su coherencia con todo el dato revelado. Los documentos de las sectas, al contrario, son esencialmente pragmáticos y fragmentarios. Obedecen a la ley de la demanda y la oferta. Lo que importa es el rating.


Reflexiones generales

  1. ¿No estará aquí la razón más profunda del acercamiento de parte de la jerarquía eclesiástica hacia las iglesias históricas (ecumenismo) y las grandes religiones (diálogo interreligioso) y al mismo tiempo cierta fobia hacia las sectas?
  1. ¿A qué se debe el éxito de las sectas? No al valor de su contenido, es decir a su grado de fidelidad a Cristo, sino a su manera de enfrentar el problema de la evangelización, es decir, de una manera organizada e utilizando todos los medios posibles, como se hace en cualquier empresa profana, sin ningún límite de tipo moral.
  1. La Iglesia Católica aún no logra entrar en el mundo de la modernidad o post-modernidad. Aún está lejos de lograr la puesta al día (aggiornamento), tan deseada por el Papa Juan XXIII. A nivel cultural, aún se encuentra en pleno clasicismo (cultura greco-romana), enfocado al ser, el homo sapiens, más que al quehacer, el homo faber.

¿A quién le tocará dar un paso tan trascendental en la historia de la Iglesia, logrando una síntesis entre el pasado y el presente, el ser y el quehacer, el conocimiento y la experiencia, el profetismo y la organización pastoral? Sin duda, les tocará a los movimientos eclesiales, que ya cuentan con alguna experiencia al respecto.

Es lo que esperamos. O las perspectivas para el futuro de la Iglesia seguirán siendo poco halagadoras.