Por el Hno. Julio González, fmap
Seminarista apóstol de la Palabra.

El profeta Amatulli

Residiendo en El Salvador tuve la dicha de recibir al Profeta Amatulli, así lo suelo llamar, que nos visitó (en 2017) y todos mis hermanos de comunidad sentimos una profunda alegría que conmocionamos en una euforia de sentimiento que salieron nuestras lágrimas al ver el rostro, la sonrisa y la serenidad de un hombre que entregó toda su vida por la predicación del Evangelio y para suscitar un nuevo rostro de Iglesia.

Un hombre que supo mover las aguas estancados y desarticuló las conciencias opacadas. Que buscó y anheló un cambio de estructuras, de mentalidad y una pastoral más dinamizada tanto ad intra como ad extra de la Iglesia. Recuerdo que él decía: “Tenemos el vino nuevo, pero nos faltan los odres nuevos. Por ende, vino nuevo en odres nuevos”.

P. Flaviano Amatulli V., fmap

 Obsesionado por la Biblia y el pueblo de Dios

El profeta Amatulli, un hombre enamorado por la misión y con un celo apostólico que lo llevaba en las células de todo su ser. Que él mismo solía repetir: ‘Soy un obsesionado por la Biblia y el pueblo de Dios.  He optado por la Biblia y el pueblo de Dios’. Su máxima inspiración la encontró en el texto revelado (la Biblia). De ahí emanaba todo su ser y quehacer. La Biblia, que contiene la palabra de Dios, tiene que ocupar el primer lugar en la Iglesia y en la vida de cada cristiana, porque ella es el alma de toda la teología católica y de toda la pastoral de la Iglesia. Por eso, vemos su lema: “Biblia para todo, Biblia todos. Todo con la Biblia, nada sin la Biblia”. Él mismo forjó una espiritualidad eminentemente bíblica.

Chiflado por Cristo

Al escuchar esta expresión “soy un obsesionado por la Biblia y el pueblo de Dios”, dije en mi interior: Este hombre está loco de remate; inmediatamente se me vinieron a la mente las palabras del padre Alberto Hurtado: “Hay que estar locos, chiflados por Cristo”. Lo mismo que dijo san Pablo “Porque si estamos locos, es para Dios; y si estamos cuerdos, es para ustedes” (2Cor 5,13). Además dijo: Quiero morir en el campo de batalla -como un soldado valiente que entrega su vida defendiendo la Patria-. Así, este profeta entregó su vida por Cristo y su Iglesia.

Un ejemplo a seguir

No hay duda que es un ejemplo a seguir en la vida misionero de enarbolar la bandera del Evangelio, con valentía y sin miedo. ¡Qué dicha tuve de poder convivir al lado de este hombre santo, que me contagió de su optimismo, de su heroísmo y, sobre todo, de su santidad. Me hizo más sensible a la Palabra de Dios, la Escritura. Me permitió descubrir el amor misericordioso de Dios Padre, mediante su Hijo amado.

Al leer sus libros, mirar sus videos y escuchar sus audios me interpela a luchar por el Reino de los Cielos; que me hace vivir el “ya pero todavía no”. En otras palabras, tener un pie en el Cielo y el otro en la tierra, entre mis hermanos.

Agradecimiento

Agradezco a Dios por haberme permitido conocer, convivir y ser parte de esta Familia Misionera “Apóstoles de la Palabra”, fundada por Padre Amatulli. No hay duda que es un profeta, un gran apóstol, un gran ser humano. Gracias, padre Amatulli, por instruirme, guiarme y, sobre todo, por corregirme y que, desde el Cielo, ruega por mi conversión.