Según usted, protestantes y católicos coinciden en lo que respecta al Nuevo Testamento. ¿Qué hay con respecto a los evangelios apócrifos de los que he oído hablar?

PREGUNTAS Y RESPUESTAS DE LA BIBLIA

Por el P. RAYMOND E. BROWN

Su pregunta me sirve para aclarar que la palabra «apócrifo» se emplea en doble sentido. En la terminología protestante se emplea para designar los siete libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento, de los que he estado hablando hace unos instantes, aceptados por los católicos pero no por los protestantes como Sagrada Escritura. (Vuelvo a repetirle que aquí sólo doy unas pinceladas al respecto). Pero este término se emplea más ampliamente para designar los libros judíos y cristianos que ni los católicos ni los protestantes consideran como Sagrada Escritura. Los «apócrifos» incluyen libros judíos como el Libro de Enoc, el Libro de los Jubileos y el IV de Esdras, que no fueron aceptados en el consenso general sobre las Escrituras canónicas que nosotros conocemos, si bien algunos de ellos fueron aceptados por la Iglesia de Etiopía. El término «apócrifo» se aplica también a obras cristianas, y entre ellas a los evangelios que no fueron incluidos en el canon. Algunos de ellos se han conservado desde los primeros tiempos. Recuerdo especialmente el Protoevangelio de Santiago, de gran importancia para la comprensión de la actitud cristiana con respecto a la infancia de Jesús. (Cf. más adelante las preguntas 10, 67, 68). Algunos de los evangelios apócrifos, aunque conocidos antiguamente, han estado perdidos y se han vuelto a descubrir en nuestro tiempo. Uno de los más famosos es un fragmento del Evangelio de Pedro, que es un imaginativo relato de la pasión. Concretamente, a finales de la década de 1940, se descubrió en Egipto, en Nag Hammadi o Chenoboskion, una colección de escritos —en su mayor parte gnósticos— a los que popularmente, aunque de manera inexacta, se les dio el nombre de evangelios gnósticos. Entre ellos figura algún que otro evangelio, entre los que destaca el Evangelio de Tomás.

¿Cabe la posibilidad de que algunos de los apócrifos del Nuevo Testamento lleguen algún día a ser reconocidos como auténtica Sagrada Escritura?

Ahora tengo que contestar a su pregunta con otras preguntas. ¿De qué manera reconoce una Iglesia como Sagrada Escritura un escrito en concreto? ¿Hay en la Iglesia alguna autoridad que pueda hacerlo? ¿Sobre qué principios? La misma constitución de muchas Iglesias protestantes haría imposible una declaración con autoridad suficiente para que una nueva obra fuera reconocida como Sagrada Escritura. La Iglesia católica cuenta con una autoridad reconocida que podría tomar esa iniciativa, pero el criterio católico para el reconocimiento de la Sagrada Escritura sería un impedimento. En el Concilio de Trento, la norma principal para el reconocimiento de la Escritura canónica fue el empleo prolongado y generalizado de esos libros en la Iglesia para su pública lectura. Por consiguiente, si se descubre un libro antiguo perdido, como podría ser, por ejemplo, una carta auténtica de Pablo, el mismo hecho de que se trate de un escrito jamás leído en la Iglesia implicaría su no aceptación canónica. Si entendemos por Sagrada Escritura aquella colección de libros a cuya autoridad ha accedido someterse la Iglesia por haber reconocido en ellos la palabra inspirada de Dios, entonces no se ajustaría a este criterio el hallazgo ahora de un libro nunca leído anteriormente.