juvenil

                                                                                                                                                                                    Por: Hno. Emmanuelle Cueto Ramos, fmap

1.- PREFERENCIA POR JUEGOS Y DINÁMICAS

No es que son malos los juegos, dinámicas o actividades recreativas tales como: paseos, campamentos entre otros. Sin embargo, si el motivante principal para atraer a más jóvenes son algunas de las cosas antes mencionadas, esto significa que les estamos presentando como un fin, algo que de suyo es un medio solamente. ¿Consecuencia? Que puede que llegue el día en que no haya este tipo de actividades y muchos comiencen a desertar del grupo, perdiendo el interés por volverse aburrida la reunión. ¿La causa de esto? Haber concebido desde un principio una idea equivocada de lo que es un grupo de jóvenes; lo mismo que sucedió con los discípulos de Emaús cuando concibieron equivocadamente a Jesús como un “profeta” y no como el Salvador (Lc 24, 13-35)

2.- MÁS TEMAS SOCIALES, MENOS PALABRA DE DIOS

Es dura la afirmación, pero nutrida por la experiencia. Sin duda que los temas que aquejan a la juventud en estos tiempos tales como: alcoholismo, drogadicción, sexualidad, noviazgo, etc. Son de suma importancia e inevitables de abordar. Sin embargo ¿Cuántos no hemos visto que éstos, se abordan desde una perspectiva meramente sociológica, psicológica o política? Y la pregunta es ineludible: ¿Y la perspectiva evangélica? ¿Dónde queda? Y debemos aceptar que uno de los grandes cánceres es precisamente el abandono de la Palabra de Dios en el tejido eclesial de muchas de nuestras comunidad cristianas.

Si en tu grupo juvenil se usa poco o nada la Biblia para fundamentar un tema, es signo de muerte espiritual segura. ¿La razón? Muy sencilla, se está fundamentando y cimentando nuestra casa en arena, no en roca y sólo cuando venga la tormenta, nos daremos cuenta de que pusimos mal los cimientos (Mt 7,24-28) Se está dando más énfasis en la sabiduría humana y no en la sabiduría divina. Nos estamos quedando con la cáscara y olvidamos la pulpa.

3.- INCOHERENCIA DE VIDA FUERA DEL GRUPO

La conversión es personal, ciertamente. Pero no se puede superar las cosas a solas con aires de autosuficiencia, se necesita estar injertado en una familia, en una comunidad. Precisamente Dios no es soledad, es una Comunidad de Amor. Quien desea vivir como un auténtico cristiano, debe actuar de la misma forma dentro y fuera de las reuniones de la Iglesia. Esto significa que las actitudes, palabras y acciones deben estar en concordancia a la de un joven perteneciente a un grupo juvenil. Debe ponernos a pensar las muchas ocasiones en que hemos escuchado a otros jóvenes afirmar ¿Para que ir al grupo de jóvenes si en ellos no veo un ejemplo de vida? Recuerden, las palabras se la lleva el viento, el testimonio arrastra. Ser parte de un grupo juvenil lleva consigo la responsabilidad de dar ejemplo en cualquier lugar, pues esto será motivo para que otros, al verlos sigan también a Jesús. (Lc 5, 1-11)

 4.- POCO O NADA DE VIDA SACRAMENTAL

Vivir en gracia de Dios no es fácil para nadie, es un hecho. Y si toda  actividad dentro del grupo no tiene como fin llevar al joven a la vida sacramental –especialmente a la confesión y la Eucaristía- es signo de que se está yendo por el camino equivocado. ¿Quién no ha visto que, cuando se convoca para paseos, kermeses, caminatas o conciertos de música católica bastantes se encuentran muy dispuestos a asistir? Pero si se trata –no siempre es así- de ir a Misa como grupo o personalmente o bien a un retiro de crecimiento o formación, la afluencia simplemente es menor. Esto debe ponernos a pensar y reflexionar que algo no anda bien, y al mismo tiempo de procurar que el joven ame el estado de gracia, ame los sacramentos… ame vivir la vida divina. (Jn 6, 48-58)

Esto aplica de la misma forma cuando muchos centran sus reuniones en mero sentimentalismo, cosa que no es raro verlo en algunos retiros espirituales. El sentimiento no es malo, es parte de la persona; pero no es ni mucho menos, el primero de los efectos del encuentro personal con Cristo. Para muestra está la conversión de San Pablo (Hch 9, 1ss) ¿Qué es el encuentro con Cristo? Es llegar a la convicción que no obstante los problemas y las dificultades, yo experimento la paz –como signo de la presencia de Dios- y el saber de que Dios está a mi lado. Es como el inmenso mar: por encima habrá olas, tempestades y tormentas, pero en lo más profundo del océano hay paz y tranquilidad “Si Dios está conmigo ¿Quién contra mí”? (Rm 8,31)

CONCLUSIÓN

Sin duda puede que haya muchos otros signos de que un grupo juvenil se está convirtiendo en un club social, donde sólo se asiste a conocer más personas, cantar, bailar, etc. Si estos o alguno de los puntos antes mencionados se comienzan a dar en tu grupo, ¡cuidado! Rectifica caminos, pide asesoría y haz de tu grupo juvenil, una familia de crecimiento espiritual, donde la lucha contra el enemigo sea unida.

Joven: no tengas miedo mostrar a otros el camino hacia Jesús, pero antes de hacerlo, debes haberlo conocido antes. Sé como Andrés, que una vez que conoció a Jesús no se quedó callado, sino que “Encontró primero a su hermano Simón (Pedro) y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías” (Jn 1,41)