
Queridos y amados feligreses:
Me dirijo a ustedes como sacerdote que soy de Cristo, pero también como oveja que soy de Él. Deseando que gocen de paz, tranquilidad y recogimiento en esta cuaresma. Sé que a veces nosotros los sacerdotes somos muy exigentes con ustedes, que en muchos de los casos nuestro proceder hacia ustedes no ha sido el de un verdadero pastor para con las ovejas encomendadas a nuestro cuidado.
Debo reconocer hoy, que su labor dentro de la Iglesia es invaluable y no tiene precio, en realidad ¿Qué es una parroquia sin feligreses? ¿Qué puede hacer un sacerdote sin las manos que mueven la parroquia? Porque como ustedes se dan cuenta, una parroquia puede tener gente que asiste a la Iglesia y no tener agentes de pastoral que evangelicen. Es triste, pero sucede en muchas parroquias. Y a veces nosotros los sacerdotes con cierto aire de autosuficiencia -es la verdad- confiamos más en nuestras capacidades que en la acción de Dios y nos convertimos en el cura-orquesta.
¿Qué es eso? Bueno es el sacerdote que cree que puede hacer todo sin necesidad de los agentes de pastoral, a veces sentimos que podemos prescindir de ustedes y levantar una parroquia, pero más de alguno se ha topado con pared, porque se da cuenta de que no se puede. Esta carta es una “Mea culpa” Porque debemos reconocer -nosotros los pastores- que muchas veces les exigimos y no sabemos ser agradecidos con ustedes que tanto bien hacen a la Iglesia.

Sí, gracias a ti mi querido (a) catequista; porque das de tu tiempo gratuitamente, a veces hasta pones de tu bolsillo para el material para hacer más creativa la catequesis y yo como sacerdote no me he preocupad por ello, siempre he pensado que debes evangelizar por “Sólo amor a Dios” y no se me escapa ni un : muchas gracias.

Querido sacristán: gracias por tu labor, porque procuras que al sacristía y el templo esté lo mejor digno para el culto divino, y sacrificas tu domingo no estando muchas veces con tu familia, por estar al pendiente de todas las misas que hay en la parroquia. Gracias por ser dedicado y perdóname porque a veces te regaño sin razón alguna, porque a lo mejor tuve un desencanto con algún feligrés y te toca los cocolazos.

Mi querido (as) Ministro Extraordinario de la Sagrada Comunión: ¿Por qué no agradecerte a ti? Si dedicaste tiempo a ir a las formaciones, dedicaste tiempo que bien pudieras haber estado con tu familia pero no, te gusta servir a los demás. Gracias por estar en las Misas y ayudar a distribuir el Pan Divino al pueblo de Dios.

Y el coro ¿Qué? No te podía dejar atrás. Sé que dedicas tiempo en ti casa para ensayar con los demás. Sé que mucho te critican por que a veces cantas cantos protestantes, pero hoy reconozco que no es tu culpa, gran culpa es mía porque no dedico a reunirme con ustedes para enseñarles qué cantar y qué no cantar en Misa o en la Hora Santa. Lo sé, a veces la gente critica la manera en cómo cantas, no te preocupes yo canto de la patada. Sí, me he enterado que a veces llegas tarde de tu trabajo y llegas a ensayar y no he sabido decirte: Gracias por tu voz, gracias por tus ensayos, gracias por dar tu don al servicio de Dios.
Y a todos los grupos, ministerios, o movimientos dentro de la Iglesia ¿Qué decirles? No hay palabras mi gente hermosa, la verdad. Porque ustedes son la acción viva y la manifestación real del Espíritu Santo dentro de nuestra parroquia. Porque con sus carismas enriquecen a nuestra feligresía. Perdonen porque a veces les exijo como si no tuvieran otra responsabilidad como la de preocuparse por sus familias.

Cuánto ha ayudado a la parroquia y a las capillas cuando ponen venta de comida para recauda fondo para el bien de la Iglesia y en muchas de las ocasiones no he salido a agradecerles, porque a veces pienso “Es su trabajo” Cuando en realidad dedican tiempo y dinero por amor a Dios ya las almas. Perdónenme si en muchas ocasiones ustedes han acudido a buscarme para un consejo o para confesarme y me he negado con una mala car, un mal gesto o una mala forma de contestar, No tengo justificación, ustedes no son culpables por mi poca madurez en enfrentar los problemas que a veces se me juntan.
Y ¿A toda la feligresía? Quiero agradecerles profundamente porque se preocupan por mí, lo sé, me doy cuenta, pero no he sido capaz de agradecer su apoyo. Gracias porque incluso muchos (as) de ustedes cuando ven que alguna mujer anda insinuándose a mi persona, la corrigen y por mi debilidad no he sabido cortar relaciones de ese tipo. Perdonen por mi mal testimonio, por mis malas palabras que en muchas ocasiones se me salen voluntaria o involuntariamente.
Gracias por estar ahí para ayudarme, por recibir con los brazos abiertos a los misioneros que les envío en Semana Santa o en otras ocasiones. Gracias porque son los brazos, las piernas, el cerebro, la cabeza… el corazón de nuestra amada parroquia.
Sólo les pediré un grande favor: No me dejen solo. A veces me gustaría que me invitaras a tu casa a comer los alimentos con tu familia, porque muchas veces no tengo cerca a la mío y me toca comer sólo en casa. Te pido que si soy un joven sacerdote, evites comentarios como “Está chavo, no sabe nada” “está viejo, ya no da el kilo” Porque eso me daña, no lo digo a veces pero lo siento. No te exijo que valores mi entrega, porque el único que debe hacerlo es Dios. Pero sí que me ames sanamente, que me respetes como lo que soy y cuando veas que digo expresiones como “Soy sacerdote sólo en el altar, fuera de Misa soy uno igual a ustedes” Me corrijas con amor y me digas: “No padre, usted es un consagrado, seremos iguales en dignidad como personas, pero diferentes en servicio”
Te pido ores por mí. A veces leo intenciones en la Misa por la salud de tal o cual, por el difundo tal o cual. Pero casi nunca leo intenciones como: Por la santificación de nuestro párroco…
Créeme es un detalle que no se olvida y conmueve el corazón porque eso nos hace sentirnos amados y saber que es real cuando nos dicen: Padre yo oraré por usted.
Finalmente pido perdón por los errores de muchos sacerdotes que han caído, sea el caso que sea. No todos somos iguales. Habemos algunos que deseamos ser santos, pero por algunos, pagamos todos. No nos abandones realmente en tus plegarias; y sí: recuérdame continuamente que no deje de orar y ofrecer la Misa por ti.
Finalmente te pido que ores no sólo por quienes somos párrocos o vicarios o quienes prestamos un servicio en una parroquia. No dejes a quienes se dedican a la formación de los futuros pastores. Porque tienen una responsabilidad quizás mayor que la mía. Porque si ellos no forman bien a los futuros pastores, tendremos pastores mal formados.
Unidos en cada Eucaristía por amor a Cristo y a su Iglesia.
Un simple sacerdote <3
Muy buena reflexión estimado padre Cueto
Sin lugar a dudas, palabras que muestran una realidad de Nuestra querida Iglesia Católica, creo yo, que es un gran trabajo para la Iglesia empezar a corregir muchos errores que hay dentro de ella, viene a mi mente algún escrito del Padre Flaviano Amatulli Valente donde nos muestra también esta realidad eclesial, escrito en el folleto «Fotografías de la Realidad Eclesial», donde allí, el padre dice que la raíz del problema muchas veces esta en el sistema que se maneja en los seminarios, donde se preparan los futuros pastores para apacentar el rebaño de Nuestro Señor Jesucristo, si muchas veces se dice que el Padre es aislado, que no acompaña a sus grupos parroquias y un sin fin de criticas que hay de ellos, yo pienso que es mucha veces por la manera en que han sido formados, es decir, muy poca practica pastoral cuando eran seminaristas para de trabajar con el pueblo, poco acercamiento con la comunidad, y entonces cuando llega a ser sacerdote no hay mucha experiencia en el terreno. No hay duda que hoy día es un gran reto para la Iglesia enfrentarse a estas situaciones que se van viviendo en el mundo, pido al Señor que colme de abundantes bendiciones a los Sacerdotes y les conceda la Gracia de vivir en santidad su ministerio Sacerdotal, que sean buenos pastores en el rebaño que Jesús les ha encomendado, al igual elevo mis oraciones por nosotros, seminaristas, el Señor Jesús nos ayude en nuestro discernimiento vocacional, y para aquellos a los cuales nos regale el don del Sacerdocio, nos haga ser Pastores de almas.!
UNIDOS EN ORACIÓN y FIDELIDAD A LA IGLESIA. Amén.