PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE LA BIBLIA

Por P. RAYMOND E. BROWN

La traducción más apropiada de la Biblia depende de la finalidad con la que se lea. Su lectura en público, ya sea los domingos o en otras celebraciones comunitarias, requiere una cierta solemnidad. Por consiguiente, las traducciones muy coloquiales no son las más apropiadas en estos casos. Por otro lado, para su lectura en privado, para la reflexión y meditación espiritual, a veces resulta más adecuada una traducción atractiva y cercana. Otra lectura personal puede hacerse con la idea de un estudio minucioso, y en este caso, una traducción más literal, que mantenga las dificultades y ambigüedades del original, sería la más aconsejable.

Quizás la mejor respuesta global que pueda dar sea subrayar que en los textos originales bíblicos en hebreo, arameo y griego se encuentran pasajes de difícil comprensión o ambiguos. A veces sus autores no escribieron con claridad. Los traductores tienen a veces que adivinar qué querían decir y han de elegir, por tanto, entre traducir literalmente, manteniendo la ambigüedad original, o traducir libremente, resolviendo la ambigüedad del original. 

Una traducción literal debe ir acompañada de notas a pie de página o de comentarios que sugieran posibles soluciones a la oscuridad que sigue estando presente en la traducción. Una traducción libre representa ya una opción realizada por los traductores sobre cuál es, según ellos, el significado de un pasaje oscuro. 

En cierto sentido, el comentario ya va incluido en la traducción realizada. Por eso, una traducción libre resulta más fácil en su lectura, pero más difícil si lo que se pretende es llevar a cabo un estudio minucioso.