La grande herejía de los tiempos actuales:

SENTIRSE BIEN Y LLEVARSE BIEN CON TODOS,

a costa de diluir cada día más el sentido de la propia fe y de la propia identidad católica

¿Qué dice al respecto la Palabra de Dios? “Que su palabra sea sí, cuando es sí, y no, cuando es no. Lo demás viene del diablo” (Mt 5, 37). Si esto vale para todo discípulo de Cristo, cuánto más vale para los que tienen la tarea de formar en la fe al pueblo de Dios. Me pregunto: ¿Por qué muchos fácilmente se olvidan de esta enseñanza de Cristo? Sencillo: Por flojera y para no meterse en problemas. Por eso estamos como estamos.

 

Por el p. Flaviano Amatulli Valente, fmap

 

Siguiendo la moda

sentirseSegún los que andan a la moda, en lugar de decir “discapacitado”, habría que decir “con capacidades diferentes”; en lugar de decir “aborto”, habría que decir “interrupción del embarazo”; en lugar de decir “prostituta”, habría que decir “trabajadora sexual”, y así por el estilo. ¿Para qué? Para que no se sientan mal los que estén implicados en el asunto.

Y así, sin que nos demos cuenta, estamos resquebrajando el sentido moral de la sociedad, reduciendo todo a una simple cuestión de lenguaje o urbanidad y borrando toda distinción entre el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, la norma y la excepción.

 

¿Y la Palabra de Dios?

Imagínense qué hubiera pasado si los antiguos profetas, Jesús y los apóstoles se hubieran comportado de esa misma manera. Nos encontraríamos en la más grande incertidumbre y confusión acerca del sentido de la vida, el más allá y la manera de realizarnos plenamente.

Lo que precisamente está pasando ahora con muchos supuestos “expertos en los asuntos de la fe”, que, en lugar de aclarar las cosas a la luz del dato revelado, se vuelven en caja de resonancia de la manera de pensar de la gente, dándole una apariencia de racionalidad y congruencia con la fe.

Haciendo esto, se sienten a la altura de los tiempos en que vivimos, abiertos y progresistas, considerando a los demás como cerrados, fanáticos y fundamentalistas. Más que preocuparse por aclarar las cosas, su único objetivo consiste en hacer sentir bien a la gente, lo que sin duda les reditúa prestigio, fama y bienestar.

 

Cristo y su Iglesia

Cristo, el único Salvador del mundo, y la Iglesia Católica, aquella única iglesia que fundó Cristo: una doctrina que ahonda sus raíces en la enseñanza de Cristo y los apóstoles y cuenta con el testimonio de la historia. (Véase el documento pontificio “Dominus Iesus”). Pero ¿qué pasa? Que los “expertos”, según ellos para no obstruir el diálogo ecuménico y el diálogo interreligioso, cortan por lo sano, negando estas dos verdades, que son fundamentales para un verdadero católico.

Así que, en nombre del diálogo, la apertura y la moda (= flojera), niegan la misma esencia de la fe católica, tergiversando el sentido del dato revelado e inventando cualquier pretexto con tal de salirse con la suya.

 

La religiosidad popular

Lo mismo pasa con la religiosidad popular. Para no tener problemas con la gente (y al mismo tiempo seguir trasquilándola tranquilamente), sostienen que se trata sencillamente de un camino de salvación paralelo, un camino sin duda más ancho, cómodo y abierto para todos.

Evidentemente, haciendo esto, se eximen del deber de formar a la luz de la Palabra de Dios y pastorear adecuadamente al pueblo que les fue confiado, lo que les permite sentirse bien y llevarse bien con todos. Un éxito rotundo. Según ellos. ¿Y según Dios?

 

Consecuencias

La consecuencias de esa manera de proceder están a la vista de todos: comunidades que se van desmoronando cada día más, erosionadas por el virus de la ignorancia religiosa y la acción demoledora de los grupos proselitista, que se aprovechan precisamente de la ignorancia en que se encuentra nuestra gente para asustarla y atraparla en sus redes, bajo las mismas narices de sus guías, que siguen quitados de la pena, preocupados esencialmente por llevarse bien con todos, haciéndose de la vista gorda al ver al lobo comerse tranquilamente a sus ovejas.

¿Hasta cuándo? Hasta que la mata siga dando. Y tú ¿qué? ¿Te vas a quedar mirando?