Recensión a «Sueños descabellados», el más reciente libro del P. Amatulli

Un retrato no se realiza con un solo trazo. Se dibuja con numerosas pinceladas. De hecho, cada pincelada es sumamente importante, pues cada una de ellas es especial en sí misma, pero también es sumamente valiosa por lo que aporta a todo el conjunto.
Un mosaico no se concreta por una única tesela. Se va formando con todas y cada una de las teselas que el artista coloca, hasta que llegan a conformar una obra de arte. Una cosa es cierta: cada tesela tiene una importancia capital. Si falta alguna, el mosaico no estará terminado.
Lo que el P. Amatulli nos presenta en su más reciente libro, titulado “Sueños Descabellados”, son algunas iniciativas prácticas que son extremadamente relevantes porque cada una de ellas es un paso significativo y concreto para dibujar un nuevo rostro de Iglesia.
Cada una de ellas es importante por lo que aporta a esta noble aventura que nos encomienda el Espíritu Santo en el siglo XXI, que consiste en equilibrar una vuelta a las fuentes con el aggiornamento, para lograr que la Iglesia pueda atender adecuadamente a todos y a cada uno de sus feligreses (Jn 10, 3) y aprestarse con mayor dinamismo al anuncio del Evangelio a todas las creaturas (Mc 16, 15; Hch 1, 8).
Se trata de pinceladas que están llamadas a dibujar un nuevo rostro de Iglesia. Por eso quiero llamar la atención de los lectores en el subtítulo del libro, que es precisamente “Dibujando un Nuevo Rostro de Iglesia” y de tener en cuenta dos puntos de partida que motivan al P. Amatulli, no sólo a estas reflexiones, sino a todo su quehacer apostólico y su inmensa producción literaria:
1) la triste situación de las masas católicas, que están como ovejas sin pastor (Mc 6, 34);
2) y el deseo de cumplir la enseñanza de Cristo: Atender a todas las ovejas, una por una (Jn 10, 3).
De estas dos premisas se desprende toda una serie de oportunas reflexiones y de iniciativas prácticas.
Lo primero que se logra con este doble punto de partida es constatar toda una serie de anomalías presentes en la vida de la Iglesia: la poca importancia que se da a la Sagrada Escritura, la existencia en la Iglesia de masas de católicos alejados que se encuentran sin la debida atención pastoral, el poco aprecio por el laicado, visto más como carne de cañón que como corresponsable de la actividad pastoral, la poca o nula promoción del diaconado permanente, la praxis de un ecumenismo ingenuo, las repercusiones del celibato sacerdotal en la actual falta de presbíteros para atender las distintas parroquias, el problema de los aranceles en la administración de los sacramentos y todas las situaciones que se derivan de esta praxis eclesial, tan distinta a la manera de proceder de la Iglesia primitiva…
Pero el libro no es un catálogo de quejas o un inventario de críticas a la Iglesia y al clero en general. Se trata más bien de presentar una serie de anomalías que muestran que el modelo eclesial vigente está ya agotado. Se trata de presentar las distintas arrugas que afean el rostro de la Iglesia, invitando a tomar conciencia de ellas.
Pero el P. Amatulli va más allá: ofrece una serie de oportunas reflexiones y de iniciativas prácticas que pueden contribuir precisamente a dibujar un nuevo rostro de Iglesia y a ponerla en grado de ofrecer una atención personalizada a nuestra feligresía. En realidad, lo central de este libro es que nos ofrece pistas para la resolución de los problemas eclesiales desde la perspectiva de la Sagrada Escritura, la praxis de las primeras comunidades cristianas… y el sentido común y la creatividad personal.
Es importante notar que en el primer sueño de este libro, el P. Amatulli nos invita a buscar las formas más oportunas de distribuir el hermoso tesoro de la Iglesia, que es precisamente la Sagrada Escritura, de manera tal que llegue a todos, especialmente a los más alejados. Es otra forma de recordarnos el ideal de nuestra la Familia Misionera Apóstoles de la Palabra: “Biblia para todos y Biblia para todo; todo con la Biblia y nada sin la Biblia”.
A continuación presenta la urgente necesidad de buscar y atender a los alejados, al estilo de Jesús y los Apóstoles (Mt 15, 24; 10, 6); la necesidad de revisar el papel de la Iglesia en orden a elevar la moralidad de la sociedad y la posibilidad de favorecer la creación de puestos de trabajo en la comunidad parroquial, precisamente para resolver el acuciante problema de la atención pastoral del pueblo de Dios.
Este es uno de los aspectos más relevantes del libro, pues invita a replantear el aspecto económico, deslindando la economía de la celebración de los sacramentos, buscando otras alternativas para resolver el honesto sostenimiento de los presbíteros. Nos ofrece importantes aportaciones para dinamizar la parroquia, incentivando la misión y asegurando un apoyo económico a los agentes de pastoral.
Para lograrlo, se ve necesario que se constituyan los comités de economía parroquial, con la misión de recoger y administrar las limosnas y resolver el problema de la honesta manutención del sacerdote. Es una forma concreta de avanzar en la corresponsabilidad de los laicos en la vida de la Iglesia.
En relación a los diáconos permanentes, nos ofrece una serie de normas muy sencillas y fáciles de poner en práctica, sugiriendo etapas para elegir a los candidatos al lectorado, al acolitado y al diaconado permanente, donde un aspecto esencial es la formación de pequeñas comunidades cristianas.
Una idea muy alentadora es la creación de becas para la formación y el sostenimiento de los diáconos permanentes, donde se alienta nuevamente la participación del laicado.
Se trata, en fin, de pinceladas muy específicas que pueden contribuir, cada una por separado, pero también todas en conjunto, para delinear un nuevo modelo de Iglesia, más acorde con la sociedad plural en la que vivimos y los desafíos pastorales que nos presenta.
Por eso te invito, estimado lector, a tomar nota de las iniciativas concretas que puedes promover y poner en práctica en tu entorno. Acuérdate: paso a paso se avanza. Lo importante es ir en la dirección correcta.