Por una gracia especial de Dios y porque así me lo pidió él, estuve junto al padre Amatulli en sus últimos días. Él nos evangelizó desde la enfermedad por la forma en que la sobrellevó, particularmente en esa semana de agonía, que inició el 26 de mayo de 2018 y concluyó el viernes 1 de junio de 1018, a las 8:44 de la noche.

A su lado pude estar en oración, para proporcionarle los auxilios espirituales y, precisamente tenía presente la breve reflexión del P. Amatulli titulada “La muerte de San José”. Pedía a Jesús, José y María que lo asistieran en esos momentos, tan trascendentales en la vida del ser humano, en la que inicia la eternidad. La propongo nuevamente a su consideración, a casi un año de su fallecimiento.

Ciertamente a su lado estuvo la Sagrada Familia y también la multitud de los Ángeles y los Santos. Así lo pedía insistentemente a quienes se nos han adelantado a la Jerusalén celestial, mientras permanecía a su lado. Durante esta agonía, en que nos fortaleció su testimonio, el padre Amatulli fue un Sagrario viviente, pues en cada Santa Misa recibió la sagrada comunión eucarística, primero bajo la especia del Pan, después mediante la sola especia del Vino, la Sangre Preciosa del Señor Jesús, derramada por amor a nosotros para nuestra salvación.

Afectuosamente, P. Jorge Luis Zarazúa Campa, fmap